✦My Little Obsession ✦ | DRABBLES

❥ 4 | Vil Schoenheint ✿

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El amor es de los venenos mas atractivos y complejos, poseedor de un sabor casi tan dulce como nocivo.

No sabes que fuiste intoxicado por el hasta haber sido engullido por completo, y es exactamente eso lo que lo convierte en algo tan encantador y peligroso.

-¡Vil-san, por aquí!

-Yuu, ¿Cuántas veces te he dicho que no te sientes en el suelo? Tu uniforme se arrugara y te llenaras de suciedad.

-Vamos, vamos~. ¡Será tan solo un momento!

Por más que lo único que salía de la boca de Vil eran tan solo reproches al final se resignó y colocó su preciado pañuelo sobre el césped para poder tomar asiento a un lado de la más joven. La situación era tan absurda que Vil tuvo que contener una risa amarga. ¿Alguien tan elegante y señorial como él sentando entre la mugre y suciedad de un feo bosque acompañando a una humilde campesina a almorzar una comida llena de gluten, grasas y azúcares añadidas...? Su mánager se habría burlado de él descaradamente y la verdad es que no la habría culpado. ¿Qué de bueno había en ese común tubérculo? ¿Qué cualidades en una chica tan ordinaria fueron capaces de despertar sentimientos tan intensos hasta el punto de hacerse rebajar a su nivel? No tenía sentido... ¿el rey del veneno acaso había sido envenenado? Inaceptable.

-Ven acá, tu cabello es un desastre.

¿Han oído hablar sobre ese rumor de que las serpientes tienen la habilidades hipnóticas sobre sus presas? Ya sea por sus penetrantes ojos o la tonalidad de sus escamas, hubo una época en la que se creía que estos silenciosos cazadores poseían el don de la hipnosis. Un hecho erróneo, cabe recalcar, el supuesto poder que poseen sobre sus presas se debe a la paciencia y calma que emplean al ejecutarlas. Reptan en silencio, envolviendo de forma lenta y segura al pobre ser que tuvo la desgracia de cruzarse con ellas y no notar su peligrosa presencia.

Al igual que con el amor, no notabas a este peculiar depredador hasta estar al borde de sus fauces ya entumecido por su veneno.

-Si, si~ -La de mirada juguetona obedeció al instante, ignorando que por mucho que apreciara al prefecto de Pomefiore hasta el punto de sentarse sobre sus piernas sin reparo y permitirle tocar ciertas zonas con la excusa de que su apariencia personal era inaceptable, seguía siendo un hombre. Un depredador, una hermosa y elegante serpiente que desde un principio robo su confianza con movimientos sutiles y pacientes. Al igual que la bruja malvada del popular cuento Hansel y Gretel busco engordar su cena, Vil había dedicado tiempo y esfuerzo en embellecer a su musa. Debía hacerla lo suficiente bella como para estar en su nivel y, a su vez, hacerle creer que él era el único dueño y merecedor de su belleza. 

Alejar al polluelo del corral, aislarlo de sus amistades y, finalmente, devorarlo. 

Peino la melena corta y sedosa con sus dedos, disfrutando del tacto y aroma que desprendía Yuu. Peino las hebras hacía una dirección, dejando la inmaculada piel de su nuca al descubierto, el aroma del perfume que él mismo había preparado y obsequiado a la joven si hizo mucho más fuerte. En un principio no le había parecido tan impresionante la fragancia pero, por alguna razón, ahora que se mezclaba con la misma esencia de la más joven, se le hacía simplemente irresistible. Empotro sus dedos sobre su cintura de forma posesiva,  dejando caer sus labios sobre la piel expuesta, arrancándole a Yuu un gritito de sorpresa seguido de varias risitas.

-¡Ha-hace cosquillas! -Fue la respuesta que obtuvo. De alguna forma esto lo hizo sentir ofendido, ¿Qué tan inocente -o tonta- debía ser para no caer en cuenta de sus intenciones? ¿Enserio no podía verlo como el hombre que era? Eso lo irritaba. Se aparto de ella con un bufido. -¿Vil-san? ¿Sucede algo...?

No respondió, tan solo le dedico una intensa mirada antes de suspirar. Extrajo de su bolsillo un pequeño y brillante caramelo rojo que emanaba un fuerte aroma a manzanas. 

-Como se que te encantan las cosas dulces me tome la molestias de hacer esto. -Le arrojó el dulce conteniendo su irritación. No quería recurrir a esa clase de métodos tan rápido pero su paciencia se estaba agotando. -No tienes de que preocuparte, no te saldrá ningún grano.

-¡Muchas gracias! -Libero la pieza azucarada del pequeño y elegante empaque transparente, antes de llevarlo a sus labios le dedico una mirada cariñosa a Vil. Esa sería probablemente la última vez que sus ojos brillarían de forma tan vivaz. -No entiendo que te motivo a acercarte a alguien tan común y torpe como yo pero... realmente valoro tu amistad. Gracias por estar siempre conmigo. 

E ingirió el caramelo, sin saber que el exquisito sabor que se deshacía en su lengua era el más peligroso de los venenos. Vil solo mostró sus verdaderos colores cuando el rostro de Yuu se volvió frío, semejante al de una muñeca.

-¿"Amistad"? Eres incluso más tonta de lo que pensé... -Palabras venenosas descendieron de sus labios acompañadas de una serie de elegantes carcajadas. Más la expresión de Yuu se mantuvo imperturbable, una evidencia de que el veneno de Vil había funcionado. -Ahora, ponte de pie y acércate a mí. 

Una vez cumplida su orden Vil deslizo su mano por la inexpresiva cara de Yuu, la caricia descendió hasta su pecho, justo en el centro. Donde su pequeño corazón aún palpitaba, inclino su cabeza y acerco su oído para escuchar de cerca el ritmo de sus latidos. Aquel suave y constante sonido era lo único que la diferenciaba de una verdadera muñeca.

-Todo lo que necesito ahora es comerte, hasta llegar a tu joven y pequeño corazón... -Mencionó con los ojos nublados, plantando un casto beso sobre los brillantes labios de Yuu. -Mi pobre e ingenua Blancanieves... finalmente eres mía.   

Tanto la distinguida serpiente como el iluso polluelo cayeron victimas de un intenso e insano amor.