Capítulo 1.

33 2 0
                                    

Áster.

Abro ojos lentamente tratando de que se adapten a la claridad que entra por las ventanas de la habitación, me siento en la cama y recorro todo el lugar con la mirada en busca de mi teléfono, pero no está.

Comienzo a sacudir las cobijas, hasta que de un momento a otro veo mi teléfono salir volando de entre las sabanas seguido del ruido de este chocando en seco contra el piso.

— Mierda...— gruño.

Voy sobre la cama de rodillas hasta el otro lado y extiendo mi mano para tomar mi celular; una vez que lo tengo me siento en la cama y miro la hora.

7:15 pm. ¡Carajo! Ya voy tarde a la facultad.

Me levanto de la cama rápidamente ya que la siesta se me ha ido algo lejos de las manos, agarro lo primero que encuentro en mi placar y me cambio tan rápido como si mi vida dependiera de ello. Aunque en este momento creo que podría ser así.

Tomo la mochila, plata, auriculares, cargador y las llaves, para luego salir corriendo de mi departamento. Bajo por las escaleras ya que el ascensor está tardando demasiado y corro, corro como si mi vida dependiera de ello por las grandes calles de la capital.

Escucho mi teléfono sonar pero lo ignoro; correr y atender llamadas no suena como muy buen plan en absoluto. Freno en un semáforo y al notar que mi celular no paraba de sonar, atiendo.

Haber atendido esta llamada 20 minutos antes, quizás me hubiera evitado correr casi diez cuadras por la capital del Gran Buenos Aires en vano, ya que me avisan que la facultad había cambiado mis horarios de esta noche para mañana por la mañana.

Conclusión en esta vida, tomo decisiones de mierda, en mi vida de mierda, en este mundo de mierda. Gracias señor... Le doy las gracias a la secretaria encargada de dar los anuncios y corto la llamada.

Miro a mi alrededor, bares, restaurantes, carritos rebalsados de gente, con distintas temáticas y comidas, interesantes en cualquier punto pero no despiertan en absoluto mi mas mínima curiosidad.

Freno un taxi y luego de conversar un rato con el taxista acepto que me lleve a un bar que se encontraba a las afueras de la ciudad del cual me había dado muy buenas referencias. El camino se hizo rápido y muy ligero, al dejarme allí, me dejo su tarjeta por si no conseguía en que volverme para el final de la noche. Pero lo calme asegurándole de que si no tenia en que volver, lo llamaría.

Subo a la vereda y miro el lugar, mi lado lógico me decía que no tenía buena pinta y mi lado de pueblerina aventurera quería vivir la experiencia de un bar de ese tipo. Al final termino por hacerle caso a mi lado aventurero y entro al lugar para sentarme en una mesa algo apartada junto a una ventana que da a la calle, interesante.

Después de un rato aparece la chica que toma mi orden y se retira afirmándome que dentro del lugar se podía fumar, por eso cada mesa contaba con un cenicero en el centro en lugar de cualquier otro tipo de adorno decorativo.

Prendo un cigarrillo para luego sacar mi celular de mi bolsillo y ponerme a mirar las redes sociales en lo que espero a que me traigan lo que he pedido.

La verdad, que esta noche no se diferencia mucho a las otras que me he dado el gusto de salir. Una cena sola en un nuevo bar para la chica nueva que viene del interior a perseguir sus sueños de niña pueblerina.

Me había perdido entre mis pensamientos mientras miraba a través de la ventana y fumaba mi cigarro, que apenas pude percatarme de que había alguien tratando de llamar mi atención carraspeando la garganta.

Voltee dirigiendo mi vista hacia la persona, y aunque su rostro parecía muy familiar, no pude descifrar quien era, no en ese momento.

— ¿Si?— pregunto alzando una ceja.

— ¿Está ocupado?— contesta con otra pregunta.

— No, en absoluto. Completamente vacío...— respondo.

— Genial...— es lo último que le escucho decir antes de notar que estaba tomando asiento.

Mi expresión de confusión seguro era bastante notoria, y pareciera que el chico al percatarse de ello decidió explicarme algunas cosas.

— ¿Eres nueva por aquí verdad?— pregunto mientras reía al ver mi cara.

— ¿Tanto se me nota?

— Tu expresión te delata.— sonrió.— Este bar no es como los otros...— explica.

— ¿Ah no? ¿Y qué tiene de diferente o especial?— pregunto alzando una ceja.

— Aquí la gente viene a sentarse con nuevas personas, desconocidas totales que quieran compartir una cerveza y posiblemente no volverse a ver en la vida. Es un bar para turistas, por eso esta tan a las afueras... aunque en lo personal, me gusta venir seguido. Las caras cambian todo el tiempo.— se ríe mientras se saca los lentes dejándolos a un costado.

— Interesante...— es lo único que me limito a decir y vuelvo mi vista hacia el ventanal para seguir fumando.— Me llamo Áster, Áster Martin.— extiendo mi mano.

— Un placer Áster.— toma mi mano.— Me llamo Valentín... Valentín Oliva.

"VIVIRLO con VOS." Valentín Oliva.Where stories live. Discover now