Había encontrado la partitura de la canción "Tu sonrisa y ojos cafés" y, sentado frente al piano, empecé a tocar la pieza además de cantarla... Bueno, con la mejor que me era posible dada mi convalecencia, pero el tercer párrafo me generaba serios problemas ya que, de solo llegar a esa parte, me daban ganas de llorar. "Treinta y cinco años y sigue generándome la misma sensación". A fin de evitar empeorar mi estado, decidí revisar un adaptado para piano que había hecho de la fuga que compuse durante el mismo año en que tuve la incursión por el Doo woop.
El motor de un auto aproximándose me hizo cerrar los ojos intentando reunir fuerzas para lo que pudiera ser una confrontación que dejaría serias marcas. Tomé mi bastón y me cambié a un sillón justo cuando vi por la ventana que Braulio abría el portón para estacionar el auto y entrar furioso junto a una jovencita cohibida.
— Años velando porque tengas un buen futuro y te desbandas a la primera que bajo la guardia –mi hermano miraba al cielo en tanto giró para encarar a Rebeca-. ¡Y encima te ayudan! ¡Es el colmo!
— Hola, que bueno que llegaron –le lancé la indirecta-. Me siento un poco mejor y, como ya puedo moverme, me levanté para tocar el piano.
— ¡No te metas! –me miró.
— Llegas a mi casa encabritado, pasas por alto mi presencia y le gritas a Rebeca. ¿Quieres que te felicite? –tomé el bastón.
Le hice una seña a Rebeca para que se sentara en el respaldo derecho del sillón donde me encontraba.
— Rebeca no ha bajado sus notas, ha cumplido con todas las tareas y solamente quería lo que todo ser humano necesita: distraerse –proseguí-. Conozco a Cristian y puedo dar fe de que es un buen chico.
— ¿Qué va a saber alguien que se la pasó décadas viviendo con un recuerdo? –hizo un gesto despectivo.
Rebeca iba a hablar, pero se contuvo luego de que le tomara su mano.
— Sí, es verdad, pasé mucho tiempo solo –reconocí-. Pero soy consciente de mis actos y no los niego como tú.
— No voy a tocar ese tema contigo y menos delante de Rebeca –se puso tenso.
Respiré a fin de calmarme un poco.
— Rebeca y Cristian son amigos desde hace mucho, se complementan bien y forman una bonita pareja, solo es cosa de verlos –posé mi mano en el hombro de Rebeca y, al mirarme, coincidimos en una sonrisa.
Braulio alzó la mirada y exhaló una ruidosa bocanada de aire.
— ¡Me doy! –movía los brazos dando por acabada la conversación... Si se le puede llamar así-. Hagan lo que quieran, pierdo tiempo y saliva contigo, después no vengan con la cola entre las piernas cuando descubran que tenía la razón. ¡Ni lo intenten!
Enojado a más no poder, se volvió al auto para irse, seguramente al hospital. Rebeca tenía los ojos llorosos y yo quería correr a Carmen a base de bastonazos.
— P-perdón, el almuerzo está listo –avisó desde la entrada de la cocina.
Me incorporé con ayuda del bastón y de mi sobrina, quien se había puesto de pie.
— Ve a lavarte la cara –levanté su mirada y le di un beso en la frente.
— Sí, tío –asintió.
En lo que se fue, me acerqué a la cocina.
— No sé cómo serán las cosas en casa de mi hermano, pero en la mía no acepto soplones –di un pequeño golpe al suelo con el bastón.
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It's you o la historia de cómo enfrenté mis miedos
RomanceAbandonar la trinchera es una decisión que requiere de coraje y valor, aún sabiendo que corres más peligro que en esa "zona de confort". ¿Por qué no jugársela por la persona que uno realmente ama? Charly ya ha asumido sus sentimientos y sabe que es...