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Un hormigueo recorría su brazo en toda su extensión. La postura por la cual su mano permanecía unida a la de Natalia no era del todo cómoda, pero se negaba a moverse y despertarla.

No sabía con exactitud el tiempo que llevaba dormida... La había visto cerrar sus ojos poco a poco mientras ella se dedicaba a repasar todo el contorno de su cara con la yema de sus dedos.

La veía dormir tan tranquila y tan en paz que no le importaba tener que aguantar esa desagradable sensación en su brazo el tiempo que hiciese falta.

Las escasas tres horas que llevaba en suelo navarro estaban sirviendo para despertar a su cuerpo de ese estado casi catatónico en el que se vio sumido después de marcar el número de teléfono de Elena.

Sintió como su cuerpo se paralizaba, podría jurar que notó el momento exacto en que su sangre dejó de fluir y sus pulmones dejaron de recibir aire.

No había podido descansar desde ese momento, para su desgracia había tenido que ver las horas del reloj pasar lentamente una a una, pues ni el sueño pudo ganar la partida al miedo.

Ahora que lo pensaba, no podía explicar cómo habían sido esas horas. Sólo recordaba sentir algo apretando fuerte en la boca del estómago y en su garganta, a sus amigas intentando tranquilizarla mientras le recordaban las palabras de Santi asegurando que todo estaba bien, y una voz que constantemente le repetía las palabras "derrame cerebral".

Intentó apartar de su mente esos recuerdos para poder liberarse de una vez del peso que llevaba cargando su cuerpo tantas horas. Natalia estaba bien. Estaba delante de ella, y eso es lo único que le importaba.

Notó un apretón en su mano, por lo que adivinó que estaba a punto de despertarse.

Tal y como intuía, unos segundos después, vio como sus ojos empezaron a abrirse mientras le regalaba una sonrisa al verla sentada a su lado.

-Buenos días bella- le devolvió la sonrisa

- ¿Qué hora es? ¿Cuánto te queda aquí? ¿Me he dormido mucho tiempo? - preguntó apurada

- Son las doce, has dormido poquito y no sé cuánto me queda aquí, no tengo móvil y no he hablado con tus hermanos ni con tus padres- explicó acercándose a ella y cambiando al fin la postura de su brazo

-Ven dame un beso- demandó necesitada. Alba no pudo contener una carcajada al ver la impaciencia reflejada en su rostro y en su cuerpo, pero no dudó en cumplir los deseos de su chica y juntar sus labios besando repetidamente su boca para después repartir besos por toda su cara y finalizando otra vez en su boca.

La puerta de la habitación se abrió. No les dio tiempo a reaccionar. Alba fue la primera en darse cuenta, levantó la cabeza rápidamente buscando respuestas y vio a Mikel seguido de Santi parados en la puerta mirando la escena.

Cambió rápidamente la dirección de su mirada hacía Natalia, buscando algún tipo de respuestas en su cara.

Vio miedo y se atrevería a decir que vergüenza.

Se incorporó en el sillón donde estaba sentada. Su cabeza iba a cien por hora. Pensó en decir algo cuando escuchó la voz de Mikel hablar.

- ¿Qué está pasando aquí Natalia? - la dureza que escuchó en esas palabras le hizo entender que algo feo se avecinaba.

-Papá, no es el momento- intervino Santi por primera vez

-Santiago sal de la habitación

-Papá

-He dicho que salgas- interrumpió levantando la voz tanto, que Alba no dudó en que cualquier momento aparecerían las enfermeras para ver que estaba pasando.

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