18. La única opción

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El muchacho de cabellos ondulados no presenta signos de temor ni sorpresa. Me asombra ese resplandor en sus ojos e inquietud por distinguir a cada individuo presente, lo podría reconocer en cualquier parte; proyectan el reflejo de mi propia curiosidad.

Evito sonreír.

—Estarán aquí pronto —anuncia el joven frío.

Suelta su agarre y aterriza sobre las gramillas sin producir sonido alguno.

Sus facciones no tienen similitud con Marcus Solluna; el objetivo de esta interrogación. El presenta un rostro mucho más maduro, quizás unos veinticinco años. Mandíbula cuadrada, pómulos ligeramente resaltantes, nariz recta y el único color que se hace presente en su tez pálida es el rojo suave de sus labios.

Siluetas, largas y espectrales siluetas surgen del negro bosque. Mientras mis ojos, de manera muy humana, hacen su acción de parpadear, un abrir y cerrar de ojos, ellos se han ubicado en frente de nosotros. Figuras inhumanas, esplendorosas y duras como estatuas.

Sé que antes ya he visto vampiros en el instituto. Pero, ver a la familia Solluna es un nivel diferente. Los alumnos de la escuela se muestran introvertidos, escondes sus cabezas entre capuchas, jamás hablan con nadie que no sea de su propia especie, los rincones y espacios oscuros son sus preferidos. Son un reflejo pequeño de una fase temporal de su especie; jóvenes demasiado ocupados en disimular sus instintos de matanza pura como para mostrar sus máscaras primordiales para la caza humana.

Los Solluna son totalmente estables. Su rigidez y belleza extrema es el indicio de su falta de humanidad.

Un frío que jamás he visto hace un paso al frente. ¡Cuanta belleza! Sus finas facciones, su cabello dorado y lacio. Ahora lo comprendo; él es el padre de Marcus Solluna. El parecido es impresionante.

—¿A qué le debemos el honor de sus presencias? —interroga con su tono tan suave, su voz tiene cierto tono coqueto, muy sensual.

—Solo queremos hacer un par de preguntas a un miembro de tu clan —aclara Natán.

Lo veo, entre sus dientes perfectos y blancos, bajando por sus labios rojos hasta su cuello blanquecino, gotas de sangre pura manchan parte del rostro de Kay Solluna.

Él me ve por un momento y, como si captara mi estremecimiento hacia la perfección marcada por un rojo vivo, me sonríe.

—¿Preguntas? —vacila Kay —Si no es de mala educación, permíteme contestar tus dudas con otra pregunta.

Natán asiente.

—¿A quién de nosotros serán dirigidas las preguntas? —vacila, y a la vez recorre a su familia con sus ojos.

—Hacia él.

El señalamiento hacia Marcus no parece ser lo que el clan Solluna esperaba, pero, solo se proyecta cierta inquietud en sus pensamientos.

Alba (Fulgor I) ✔️Où les histoires vivent. Découvrez maintenant