19. La carretera

529 112 6
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



Para Elías.

Querido Elías, ¿recuerdas cuando era pequeña y te pregunte a donde iba la gente cuando moría? En esos momentos, lo más delicadamente posible, me explicaste que los muertos van a un lugar donde pueden descansar de los problemas de la vida. No estoy citando este recuerdo sin ninguna intención.

Debo irme, y necesito que entiendas que no tomaría esta decisión si me quedara otra opción. El mundo sobrenatural es maravilloso, pero como tal también tiene sus aterradoras malicias.

No me busques, por favor, lo único que te pido es que no me busques. A pesar de que no lo eres biológicamente, te consideró el único hombre al cual puedo llamar padre, necesito que, como mi padre, confíes en mí.

Prometo darte todas las respuestas cuando regrese. Espérame y no te angusties demasiado. Tú lo sabes; jamás te ocultaría algo si tuviera otra elección. Pero, muy lógicamente, te dejo el derecho a enfadarte conmigo en el tiempo en que me ausente.

Con amor, Nahomi.



El viento tibio de la carretera acaricia mis mejillas. Mantengo la mirada fija en los borrosos bosques que pasan ante mis ojos como sombras a velocidad máxima.

Maribel conduce el auto, la hermosa mujer posee reflejos buenísimos y pensamientos tan callados que me dan cierta tranquilidad mientras viajo a su lado.

Natán se ve preocupado pero firme. Revisa seguidamente su celular, en espera de cualquier llamada que podría indicar una falla en el plan. Pero, partiendo desde las dos horas que han transcurrido, desde que dejamos Alba, no ha llegado ni un pobre mensaje.

Ya pasan de las once, y la noche parece ofrecer una calma extrañamente sospechosa, pero, de manera favorecedora para todos, es un indicio de que el plan rumbea de buena forma. Si no hay noticias, no hay peligro.

La voz de los pensamientos de Maribel me regalan una copia parecida a lo que pudo ser su voz alta como persona. Ya que, desde su nacimiento, se le declaró una carencia completa del habla.

«¿Por qué no duermes un rato, amor?»

La pregunta va dirigida a Natán, así es como ellos se comunican, y yo me siento como una intrusa al no poder salir de su conversación.

—¿Crees qué sea un buen momento?

«Debemos estar preparados para todo, y un agni que lleva tres días sin dormir no es útil en una situación extrema. »

La sonrisa de Natán le da razón a las palabras de Maribel.

Los minutos pasan, y el repentino silencio en los pensamientos de Natán me señalan que se encuentra dormido; ahora su mente es un espacio nublado y de sonidos difíciles de etiquetar.

Alba (Fulgor I) ✔️Where stories live. Discover now