❁ Babies for Joaco || Emiliaco

Extra 7

Alessia y Mateo Bondoni-Marcos, 5 años de edad.

Joaquín, acostado en la camilla del consultorio del doc, esperando a que él realizara su trabajo. El doctor alistaba unas cuantan cosas más, el gel ya estaba untado en el hinchado vientre del castaño. Emilio, por otro lado, se mordía la uñas de nervios, hoy sabrían el sexo de su tercer bebé y tenía una apuesta en juego con Dilan, así que sus nervios se multiplicaban.

-Comencemos -dijo el doctor, poniéndose los guantes para trabajar.

Tomo el aparato y comenzó con la eco-grafía. Él doc le indicaba cada parte de su bebé, los brazos, las piernitas, su cara, señaló que todo en su rostro estaba bien. Escucharon el latido del corazón del feto, al parecer todo iba perfecto. Joaquín no había tenido ninguna dificultad con su embarazo y el doctor aseguraba que si seguía las indicaciones que él diera todo saldría más que bien.

-Veamos, sé que están emocionado pero esperemos a que se voltee. Al parecer le da pena -el señor de bigotes bromeó, y Joaquín río, al parecer sólo él había entendido.

Esperaron unos segundos y el ojimiel sintió movimiento dentro de él, no era la primera vez que lo sentía.

Joaquín aún recuerda la primera vez que su bebé se movió. Él y Emilio no habían hablando mucho desde que se habían enterado de que estaba en la dulce espera otra ves. Joaquín había caminado demasiado rápido hasta la cocina para informarle a su esposo, el cual no se veía muy ilusionado como él. Pero la cosa cambió, Emilio se acercó hacia el estomago de su chico y lo acarició, teniendo contacto por primera vez con su bebé. En cuatro meses nunca se había acercado a acariciar el vientre como cuando lo hizo cuando tenía a los mellizos dentro. Eso hacía que el castaño se sintiera muy triste, sentía el fuerte rechazo de Emilio a su bebé. Después de sentir las leves patadas en las palmas de sus manos, el de rizos terminó llorando en los brazos del más bajo pidiéndole perdón por haberle ignorado durante los últimos meses.

-¡Oh, aquí está, aquí está! -se alegró el doctor- Espero que estén listos.

-Si, díganos.

-Hmm, esperen... Esperen, es... Es ¡Una nena! Una nena muy grande y sana -confirmó.

Joaquín chilló de alegría ¡tendría una nena! No podía estar más feliz. Emilio saltó de su asiento, gritando. Estaba muy, muy contento. ¡Su esposo estaba embarazado de su hija! ¡Su hija! Y además ¡Había ganado la apuesta con Dilan!

No podían esperar llegar a casa e informarle a sus gemelos que tendrían una nueva hermanita. Seguro Mateo se pondría muy contento de que al fin iba a tener alguien en casa con quien hablar de princesas y esmaltes brillantes para las uñas. Sabía que Ale chillaría cuando se entere que ahora cuidaría a otra personita, porque el sentido sobre protector de la niña estaba activado al 100 desde que nació.

Los casados llegaron a casa con pizzas para celebrar con sus hijos. Despidieron a la niñera que cuido a los niños mientras ellos estaban afuera, era una vecina de 17 años que amaba a los mellizos y siempre los ayudaba cuando necesitaban tener un rato solos o salían a cenar con los chicos.

-¡Niños, bajen a cenar! -gritó Emilio en la planta baja.

Pronto escuchó los pies de sus hijos golpeando el piso alfombrado y sus risas risueñas e infantiles, concursando por ver quien era el más veloz de los dos.

-¡Te gané! -dijo Mateo con voz agitada, entrando a la cocina, donde sus papás estaban sentados y sus platos con pizzas servidos -Hola papá, hola papi -saludó, acercándose para besar las mejillas de cada uno.

-¡Hiciste trampa! -entró Ale segundos después -Hola papi Joa. Emilio -dijo sentándose en la silla a un lado de su hermano.

Emilio chocó la palma de su mano con su frente. Desde hace unas tres semanas Ale optó por llamarle por su nombre y dejar de decirle "papá", entonces, Emilio le decía "Alessandra" que no era su nombre, y a la niña no le gustaba porque cada vez que recibía un regaño Joaquín la llamaba así.

-Alessandra, bebé, soy tu papá.

-Emilio, adulto, eso ya lo sé -dijo con obviedad, mordiendo su pizza.

-Te lo dice para que le digas así, Alessandra -intervino Joaquín-. Su nombre es Emilio pero para ti es papá.

Mateo asintió en acuerdo con sus papis.

-Papi Joa, ¿Como te fue con el doctor?

-Muy bien, ya sabemos que va a ser el bebé.

-¿De verdad? ¿Y va a tener un nombre muy bonito como el mio? -preguntó entusiasmado -¿Sera Zac, Tom? Hmm ¿Daniel?

-Oh, no. Mateo, será una niña -informó sonriente y muy feliz ojimiel.

El mellizo dejó la pizza a medio comer en su plato y subió corriendo a su habitación, los tres de abajo se encogieron cuando escucharon el sonido de la puerta.

Joaquín se paró de su silla y se dirigió a donde su hijo de faldas estaba, dejando a su esposo y a Ale juntos.

-Así que... ¿Cómo va la escuela?

-Ni lo intentes, Emilio -advirtió, tomando su jugo.

Joaquín abrió la puerta y miró a su pequeño llorando en su cama dándole la espalda.

-Cariño... ¿Qué está mal, bebé? -se sentó en la cama y acarició la espalda vibrante de su hijo.

-Es que vas a tener a otra pequeña y-y-y no me vas a que-erer más, ya no me va-as a comprar mis falditas, ya que a Ale no le gustan y toooodo se lo vas a dar a la bebé ¡y yo quiero muchisimas coronas! -gritó en medio de su sollozo.

-Oh, mi amor, no. Ven aquí, quiero abrazarte -le llamó y el niño volteó -. Mateo, yo siempre te voy a comprar tus faldas y coronas hasta cuando quieras dejar de usarlas. Además será divertido tener otra niña aquí, podrás jugar con ella cuando sea más grande, verán películas juntos y peinarás su cabello.

-¿De ve-erdad? ¿Me vas a comprar más faldas y coronas? -preguntó con una sonrisa, secando sus lágrimas -Yo quiero jugar con alguien y ver la princesa y el sapo, a Ale y Zazi no les gusta.

-Ella la verá contigo todas las veces que quieras.

-¿Me lo prometes? -Joaquín asintió

-¿Por el dedito? -alzó su pequeño dedo meñique.

-Por el dedito -reafirmo, entrelazando su dedo con el mini Emi.

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