CAPITULO XXIX

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A tan solo días después de que Zhan partiera de Coberdel, éste ya se encontraba rodeado por navíos de la flota real de Altaria.

Hai Kuan ordena defender al pueblo e impedir que los hombres del rey entren en la ciudad, envía a sus mejores soldados, y al frente de todos ellos, se encontraban Yibo y Zhulong.

Xuan Lu y Deirdre eran protegidas por Bailong, mientras que Hai Kuan acompañado de otro grupo de soldados llevaban a los mas vulnerables a los refugios que él junto a Yibo habían preparado meses atrás.

Es de noche cuando el ataque comienza, los cañones de los barcos disparan balas que hacen pedazos las murallas de la ciudad. El pueblo de Coberdel es basto, y aun no terminan de refugiar a todos los habitantes, los cuales, quienes aún desfilan hacia el palacio donde serán protegidos, pueden ver, descender a lo lejos llamaradas de fuego, el causante: Zhulong y su jinete; Yibo, quienes atacaron los barcos y acorralaron a quienes habían tocado puerto, pero aun así eran demasiados.

Bailong confía en su hermano y en el esposo de su maestro, quien le envía un mensaje pidiéndole que tome a su hija y se la lleve lejos, y así lo hizo, tomó a la pequeña Deirdre, así como a Xuan Lu, pues el emperador le había encomendado cuidar de ella. Bailong guiaba el camino, mientras que la joven sílfide llevaba a la pequeña princesa, quien como si lo supiera, no hacía ruido alguno.

En medio de la noche un joven de nieve intentaba sacar de aquel palacio a las hijas de sus dos maestros, Aine; hija de Libra y prometida del emperador y Deirdre; hija de Xiao Zhan y heredera de aquel imperio que estaba siendo atacado. Conforme avanzaban por los pasadizos del palacio para salir de aquel lugar, la joven sílfide comenzó a quedarse rezagada, y aunque el joven dragón permanecía al pendiente, y le esperaba para no estar demasiado separados, no impidió que le acorralaran, y fue de la peor forma que jamás imaginó; tomando como rehenes a sus protegidas.

-Baja la espada – hablo un hombre que se escudaba con el cuerpo de la joven que aun llevaba a la pequeña en brazos.

- siempre tan cobardes- dijo Bailong intentando pensar en cómo rescataría a aquellas (para él) dos princesas. – ¿Por qué no me enfrentas directamente? – intentó retarle para que así soltara a Xuan Lu

- ¿crees que soy idiota? ¿crees que no se quien es la pequeña? El rey me recompensara muy bien cuando le presente a su nieta, y a mí no me vendría mal algo de diversión con una hada tan bonita- Bailong intentó acercarse, pero la espada en el cuello de Xuan Lu lo detuvo, odiaba estar en esa situación, pero sí de esa manera impedía que dañaran a cualquiera de las dos, se entregaría, pero eso no le impedía pensar en algún plan para poder salvarlas.

A punta de espada fueron llevados al frente en donde se encontraron con Yibo y Zhulong quien mantenía acorralados a los hombres del rey, quienes quedaron libres después de que aquel hombre apareciera con la prometida del emperador y la princesa heredera como rehenes. Yibo no creía lo que veía, le había pedido que se fuera lejos con su hija, él tenía que protegerla. Estaba a punto de lanzársele al cuello cuando otro hombre llegó con Hai Kuan, quien había sido capturado mientras terminaba de evacuar el pueblo rumbo al palacio.

***

En Altaria, Zhan era atendido de la mejor manera, Xiao Lin se había encargado de él y le recibió en sus habitaciones, pero aun así el rey no dejaba de hostigarlo, hasta que llegó un punto en el que Xiao Yi se cansó de esperar y finalmente le hablo claro y expresó todo lo que pretendía obtener de él.

-Adelante – hablo en rey desde el interior del estudio – entra Zhan, no voy a hacerte daño – agregó. Zhan entró en aquel estudio, pero no confiaba en él

-Aquí estoy ¿para que requiere mi presencia majestad? – hablo tranquilo y con toda la etiqueta correspondiente

- Veo que eres educado - señaló – nos será fácil entendernos-

- toda educación se la debo a mi madre – al decir aquello Zhan notó la molestia en su acompañante, pero no se detuvo ante esto – ella se encargo de enseñarme a leer, escribir, me indujo en las artes y me enseño toda etiqueta, para, si algún día, su majestad me llamaba, presentarme adecuadamente-

- Ya veo, pero no te llamé para hablar de tu madre o de tus innumerables dones- hablo con arrogancia – quiero hablar de quien eres realmente. Te vi cuando recién naciste, y se perfectamente que tu cabello era mas negro que la noche, dime Zhan ¿qué fue lo que pasó para que cambiara de color? ¿envejeciste de manera temprana? O es que... ¿algún ser místico te ha tomado para habitar en este mundo? –

- Por favor sea claro – respondió, sabía a lo que se refería, pero no se entregaría en bandeja de plata.

- ¿De verdad quieres que sea claro? Bien, entonces, dime Libra, ¿cuándo comenzaras a actuar en mi favor? – Zhan bajó un poco la mirada y sonrió discretamente

- vaya, creo que no se ha perdido información- respondió – sin embargo, me temo majestad, que no tengo conocimiento sobre el uso del poder del que habla- respondió restándole importancia – jamás lo he usado, y tampoco tengo pensado hacerlo- continuó creyendo que su familia estaba segura en Coberdel.

- entonces déjame replanteártelo – dijo levantándose de su escritorio y caminando hacia la puerta del estudio – ven conmigo – ambos salieron de aquel estudio, caminaron por largos pasillos, los cuales Zhan admiraba por primera vez. Nunca en los diez años que vivó en el palacio imperial, tuvo permitido recorrer, por primera vez en su vida, recorría lo que desde que nació debió haber sido su hogar.

Para el rey, Zhan aun era un niño de quince años, un niño inmaduro al cual podía manejar a su antojo, pues, aunque sabía de la diferencia de tiempo, no creía que su hijo, aquel al que rechazo apenas nacer, a quien le negó un nombre, y aunque parezca extraño también su apellido, pudiera hacer algo contra él.

El rey nunca reconoció a Zhan como su hijo, ¿Por qué su nombre era Xiao Zhan si el rey no lo había reconocido? ¿Por qué llevaba su apellido? Era simple, el nombre de la reina rea Xiaolin, por lo que solo dividió su nombre, otorgándole la primera parte a su hijo, dándole el nombre de Xiao Zhan, el único hijo de la reina, pues los tres príncipes mayores eran considerados hijos del rey, y el mayor de ellos hijo del imperio. Para la reina su hijo tenía un nombre especial, pese a que era parecido al de sus hermanos, él no llevaba apellido solo un nombre, un nombre con un significado que solo para ella tenía sentido: lucha sonriente.

***

Coberdel había sido tomado por los hombres de Altaria, tenía al Emperador como rehén, y aún así hizo todo lo posible por proteger a la hija de su hermano, quien ya había sido aprendido junto a Zhulong, quien por órdenes de Yibo dejó de poner resistencia. Al haber crecido y manejado la política, sabia o podía imaginar como actuaría el rey, y en este caso, era mejor rendirse, aunque con eso tuviera que ser llevado como prisionero y condenado, mientras que su hija al igual que él era llevada a Altaria, solo había una diferencia, él iba apresado y ella viajaba atendida como lo que era, como princesa descendiente y la primera nieta del rey.

LibraWhere stories live. Discover now