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El castaño volteo hacia su Omega, su lobo presentía un cambio en el, podía sentir a través del lazo como el Omega de Aristóteles se encontraba feliz, sin saber porque, sintió un impulso de asegurarse de que sus cachorros estuvieran bien, al levantar su sudadera notó su vientre más abultado y una pequeña curva se dejaba ver, se extrañó ligeramente, su impresión era la emoción más dominante en este momento.

- Ari, que hiciste?

- lo necesario para nuestros bebés -dijo con una sonrisa, para tomar sus manos y depositar las en su vientre- siente, estaban demasiado apretados en mi vientre, así que lo expandi para ellos -Cuahutémoc se sentía confundido, se había lastimado por el, era un detalle...lindo?- tu sabes que yo haría cualquier cosa por ti, lo que fuera -dijo tomando su rostro entre sus manos, mientras se sentaba en sus piernas-

- lo sé, yo también haría cualquier cosa por ti...

El ojimiel sintió algo extraño, cuando lo vio sonreír ampliamente, para unir sus labios, sin saber que hacer lo tomó de la cintura, el aperlado se removió quedando sobre su regazo, moviendo suavemente sus caderas, mientras apretaba sus hombros, al separarse vio sus ojos encendidos.

- mi Alfa, mío -dijo Ari para lanzarse a sus brazos, acurrucandose en su pecho, Temo sonrió al pensar que estaba sensible por el lazo, no tenía la menor idea-

Día siguiente...

Otro día de clases, otro día más de estudiantes lamentándose por asistir a la escuela y pensando en la idea de darse de baja, muy pocos iban a la institución con ganas de aprender algo nuevo y entre esos nuevos se encontraban nuestros personajes, los cuales se encontraban emocionados por saber quién sería su nuevo profesor, esperaban que éste no trajera más...inconvenientes.

Ambos caminaban por los pasillos de la escuela con un aura de misterio y belleza, nadie los conocía realmente bien, nunca alguien se había juntado con ellos, desde que habían llegado habían estado juntos y siempre era así, donde estaba Aristóteles estaba Cuahutémoc, y donde estaba el Alfa, su Omega iba detrás, abrazándose a su brazo como si su vida dependiera de él, lo más triste es que así era. Aunque nadie los trataba si había una regla que los estudiantes tenían para sobrevivir.

1- NUNCA hablar con Aristóteles.

Cuahutémoc llegaba a ser muy posesivo con su Omega, y aunque todos conocían su lado amable, también tenían presente que no debían meterse con el, un día había llegado un estudiante de intercambio y tuvo la mala suerte de preguntarle al rizado donde quedaba un salón, el Omega no sólo lo ignoró, sino que su novio le había dado una paliza, el resultado: costillas quebradas y un intercambioa otra escuela, nunca lo reportaron porque tenía demasiadas cosas a su favor.

Casta...

Dinero...

Atractivo...

Y ni hablar de su Omega, el cuál haría lo que el quisiera sin pensar.

Definitivamente era privilegiado
Y definitivamente no querías meterte con el...

Ahora mismo hacían lo de todos lo días, besarse en los lockers, las manos de Cuahutémoc estaban en su cintura, acariciando suavemente sus bebés con la llema de sus dedos, Ari sonreía rodeando su cuello con sus brazos, el ojimarron sonrió ampliamente cuando sus labios se separaron, el mayor beso su mejilla para abrazarlo fuertemente, mientras olfateaba a su novio, asegurándose de que tuviera su aroma, repartía pequeñas lamidas en su marca, y algunas en sus mejillas, enseguida recordo el presente que tenía para el, algo sin importancia, pero sabía que su Ari lo adoraria.

̶M̶a̶l̶a̶ ̶E̶d̶u̶c̶a̶c̶i̶ó̶n̶⚡[RESUBIDA]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora