Capítulo 8

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— Señor ¿Qué debo hacer con esto?

— Edítalo, censúralo, quiero que esté en el episodio de este sábado

— Pero hoy es viernes señor.

— No me importa Mackenzie, para esto te pagamos.

— Señor, no quiero ser irrespetuoso, pero tenemos mucho material ya, casi no puede comprimirse en un solo capítulo, si agregamos esto nos…

— Haz dos capítulos entonces. Agrega lo que sacaste. Presentaremos el primer capítulo por la mañana y el segundo por la noche, será como un especial de Surviving Mia.

—P-Pero…no podría durante…Señor, no me alcanzaría el tiempo laboral para terminarlo.

— Quédate hasta tarde entonces, no me importa, pero quiero mañana esos dos capítulos colgados en nuestra página ¿lo entiendes?

— Yo… está bien señor, como usted ordene.

— Así me gusta muchacho, cierra bien al salir.

***

Entro a la cabaña luego de que mi ropa se haya secado completamente. Me siento más limpio, más liviano, como si hubiera sufrido una especie de purificación. Me detengo junto a la entrada y veo a Mia, sentada junto a la chimenea con la ropa  aún algo húmeda pegada al cuerpo y muchas hojas largas distribuidas a su alrededor. En sus manos tiene varias de estas y las mueve con facilidad, como si lo hubiera hecho cientos de veces.

Levanta la vista y me mira directo a los ojos sin dejas de entretejer hojas. Es un movimiento inconsciente, me doy cuenta, lo tiene tan integrado que ni siquiera necesita mirar lo que está haciendo.

— ¿Quieres que haga algo? — pregunto. Tal vez pueda servir de utilidad, aunque espero que no me ponga a hacer cestas, soy realmente inútil con todo aquello que esté relacionado a las manualidades o el arte.

Baja la mirada de vuelta a las hojas y niega con la cabeza.

Me detengo unos segundo de más para contemplarle; tiene el seño fruncido por la concentración, aunque pensándolo bien tal vez esté meditando o preocupada por algo, ya que no parece que necesite prestarle demasiada atención a lo que está haciendo, y su columna se encorva hacia delante para trabajar el material más cómoda. 

Pienso en la posibilidad de dar media vuelta y volver hacia afuera, pero hay algo en mi interior que me lleva a quedarme, a estar cerca de Mia. Quiero su compañía, lo noto, mi cerebro inconscientemente quiere mantenerse cerca de ella, aunque la parte consciente me dice que lo mejor es no molestarle y seguir manteniendo la paz que de alguna forma he logrado obtener con ella este día, o que ella decidió darme, quién sabe.

Camino con precaución, cuidando no hacer mucho ruido ni molestarle, hasta los cueros que me sirven de cama. Me siento, a dos metros de ella, y me quedo mirándole trabajar.

No sé qué es lo que pasa en mi interior en este momento. Por un lado no quiero comenzar a confiar en ella y por el otro ya lo hago. Quiero decir, me está ayudando, no me ha lastimado a pesar de las múltiples ocasiones en las que creí que lo haría y, por sobre todas las cosas, es Mia, la mujer más hermosa del planeta y mi amor platónico. No puedo mantener eso a raya por mucho tiempo.

Desvío mi mirada de la chica frente a mí para no incomodarle – si yo estuviera haciendo algo y una persona me mirara fijamente como creo que lo estoy haciendo ahora con ella probablemente me provocaría decirle que se vaya y me deje en paz- y miro con más atención alrededor. Sé que por aquí debe haber más cámaras, muchas de las escenas de Surviving Mia se dan dentro de la cabaña y quisiera saber desde dónde exactamente nos enfocan las cámaras. Me he subido a un árbol ayer por el mismo motivo, esto representaría un escalón menos de demencia.

Surviving MiaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant