01: I Fell Like I'm Drowning

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Para mi Dei-Dei.
Deilia, te engañé, nunca, nunca lo olvidé, y siempre fue un regalo para ti.
FELIZ CUMPLEAÑOS!


El casino estaba lleno a rebosar como cada noche. Se había vuelto una costumbre para Rubius acudir cada atardecer a la sala de juegos, tampoco tenía más que hacer y era una forma de ocupar su tiempo, la mejor. Desde su divorcio, los chicos poco a poco se habían apartado de él, tampoco podía decirlo así, más bien, decidieron dejar de pensar en él como una opción para compartir su tiempo. Cada vez menos llamadas, cada vez menos visitas. Alexby, que lo había ayudado a arrinconar a Vegetta para dividir sus bienes, ahora siempre tenía planes, hasta Fargan, cómplice en su cama, parecía estar felizmente atareado, así que poco a poco se había quedado solo, acudiendo al casino, el único lugar donde los diamantes de Vegetta daban mejores frutos que dentro de los simétricos y secretos cofres.

Iba por su sexta copa de la noche, apenas a la mitad, y una amable y preciosa camarera le servía la séptima con un cálido susurro con el que le dijo que era invitado. Bueno, una invitación más, pero la chica se fue antes de poder preguntar quien era la generosa persona para pagarle con una sonrisa de su héroe favorito. Rubius se quedó un tanto perdido ante aquello, así que ya solo por curiosidad miró alrededor intentando encontrar la mirada de su más reciente convidante. Pero nadie más le prestaba atención, a parte de los aldeanos a su alrededor, que le vitoreaban las maravillosas manos de cartas con las que desbancaba la mesa.

El crupier anunciaba una vez más a Rubius como el ganador de la partida, el puto amo como él gritaba y todos los aldeanos le animaron, pero esta vez, esta, los aplausos y gritos fueron más fuertes en otro lugar del casino, mucho más que en su mesa. Enfadado porque alguien le robaba ser el centro de atención, usó sus cara fruncida para mirar el jaleo, y suspiró al verlo, no podía ser de otra forma: todos los héroes de Karmaland hacían follón a un lado de la pasarela de las bailarinas.

Estiró el cuello por encima de las cabezas de las personas que se volvieron a mirar a sus héroes, pues el espectáculo que estaban montando era más escandaloso que la propia música, y hasta los bailarines y bailarinas se habían quedado quietos en sus podios para mirar a esos hombres que animaban a que uno de ellos se subiera al escenario.

Y ahí estaba, a base de empujones Vegetta quedó en pie sobre la tarima, riendo nervioso, ligeramente colorado, intentando que sus amigos lo dejaran bajar de allí sin éxito. Rubius se rio de verlo pasar vergüenza delante de tantas personas, muchas más de cien con el casino a reventar como ese día, así que tomó cómoda postura en su silla para disfrutar del ridículo, mientras tomaba su nueva copa dando un buen trago.

Alexby tomó el micro de los anuncios del casino, se oía a Fargan reír con él mientras evitaba que los de seguridad le arrebataran al bajito el control del sonido.

-¡Karmaladienses! -anunció Alexby a todo volumen, Vegetta gritaba varios "ni se te ocurra" que apenas eran audibles entre tanto alboroto y la fuerte voz de diva de Alexby- ¡El día de hoy les traemos el mejor de los espectáculos! ¡Directo desde su isla! ¡El mamádisimo! ¡Louder! ¡Stronger! ¡El mismísimo Vegetta Triple Sieteeeee!

Fargan le robó el micrófono a Alexby, los dos entre risas.

-¡Va a regalar un beso! ¿Quién será el afortunado o afortunada~? -canturreó Fargan.

El pequeño encendió la música a todo volumen con una sonrisa pecaminosa bajando las gafas de sol, para una mirada retadora al otro pelinegro, cruzado de brazos sobre la pasarela, intentando incinerarlo con la mirada.

-¡Vamos Vegetta! -se oyó gritar a Willy a todo pulmón y el resto de los chicos animaron a su líder.

Rubius disfrutaba de ver a su ex esposo sufriendo aquella humillación, pero entonces, Vegetta sonrió, y oh... qué sonrisa, ladeada, lasciva, llena de atrevimiento. El corazón de Rubius perdió un latido.

Quiero ser tu misión.Where stories live. Discover now