Capitulo 10

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Nos dieron una mesa en la terraza del restaurante, junto al bar, pedí una piña colada y Robert unos shots de tequila.

-¿Cómo te sientes?- pregunte, la mesera ya había traído las bebidas.

-de maravilla- contestó y tomó su primer shot.

Me sentía incómoda, lo que le había pasado no era cualquier cosa pero realmente quería que estuviera bien, tomé de mi piña colada y sentí el sabor del ron quemar mi garganta.

-sinceramente me espante cuando escuché lo que te había sucedido, pensé lo peor- confesé, el estaba muy quitado de la pena y sólo sonreía.

-entonces ¿yo te importo? - tomó otro shot y me miro a los ojos.

-obvio- que tonta pregunta, pensé- eres uno de mis mejores amigos, solo tú y A

-bueno, en ese caso tengo algo que contarte- miró los lados para asegurarse de que nadie nos escuchará- la verdad es que no me dió ninguna sobre dosis- tenia mirada pícara.

Yo que estaba tomando de la piña colada casi me ahogo de la nada por la sorpresa.

-¿¡Qué!?- estaba atónita- pero como no, si tus padres me lo dijeron- no entendía.

-eso solo fue una cortina de humo a lo que en realidad pasaba- aclaró, yo seguía sin creerlo- si tengo problemas con las drogas pero no solo de consumo, hace tiempo que conocí a un italiano que vendía las mejores pastillas y decidí meterme en el negocio- explicó

-¡como se te ocurre, no piensas en todo el peligro que corres!- le grité molesta- nuestras familias son muy adineradas como para andar haciendo semejante imbecilidad- el solo rodó los ojos.

-Juliet, estaba cansado de la vida perfecta- tomó otro shot- ¿no te aburres de que tus padres literalmente ya tengan tu vida planeada?- me miraba con algo de desprecio.

-claro que si- eso último que dijo era verdad- pero no por eso voy a ir y meterme en la jaula de los leones, pero entonces si te iba tan bien ¿qué fue lo qué pasó?- tomé mi piña colada

-en el baile de caridad en el met, ¿lo recuerdas?- asentí- vendí todo lo que llevaba pero perdí la bolsa del dinero, eran 50,000 dólares, parte de ese dinero era para pagarle al italiano y obviamente no le podía pedir 50,000 a mi padre porque me preguntaría para que son-

-sabes que me los podías pedir a mi- puse mi mano en su hombro- tengo mi propio fondo.

-no quería involucrar a nadie, trate de conseguir el dinero pero fue demasiado tarde, el italiano ya le había puesto precio a mi cabeza, lo único que quedaba era que yo huyera- tomó su último shot.

-lo lamento mucho, pero ¿es seguro que estes aquí?

-mi padre se encargo del asunto- rió levemente.

Pidió otra ronda de shots, me quede unos minutos en silencio pues sentía que no lo conocía, han pasado dos años y siento que no es el mismo, se ve más distante.

Decidí cambiar de tema y hablar de lo que estaba pasando ahorita en mi vida, obviamente evitando la historia de Tom y yo, llegamos al punto en el que yo ya me había puesto muy ebria, el mas o menos pero yo casi no aguanto el alcohol, tenía un poco de náuseas y no sabía bien que pasaba a mi alrededor.

-te pasaste de copas Juliet- dijo Robert acercándose a mi

Me reí y traté de decir algo pero sentía que iba a vomitar, sentí que Robert puso su mano en mi muslo muy adentro de mi falda, quise quitarla pero no tenía fuerza.

-Ro.. rob quita tu.. mano- puse mi mano sobre la suya tratando la de quitar, mi voz sonaba algo ida.

Me empezó a besar, comenzó e la mejilla llegando casi a mi boca, me trataba de alejar pero el ya me tenía bien agarrada con la otra mano.

-Susu... suéltame ya- aleje mi cabeza.

-me excitas mucho Juliet- me dio asco escuchar eso, cuando de repente sentí su mano en mi parte privada fue cuando di un brinco.

-¡Maldito cerdo!- una voz familiar gritó, era Tom.

Tom tomó a Robert y lo aventó al otro extremó, cuando Robert se incorporó de nuevo trató de decirle algo pero Tom le dio un puñetazo y lo tiro de nuevo, los meseros lo calmaron y solo sentí como me cargaba en sus brazos, me sentía segura.

-ya estoy aquí- me beso la frente.

Me subió a su auto y condujo, me sentía muy mal, no me di cuenta en el momento pero fuí agredida sexualmente y me sentía como una mierda, como si fuera un maldito pedazo de carne que alguien puede tomar cuando sea y lo peor es que la persona que me lo hizo era alguien que yo consideraba mi amigo.

-Gracias- dije en voz muy baja que quizá Tom no escuchó, tenía los ojos cerrados para no vomitar.

Tom tomó mi mano y fue ahí cuando caí dormida.

My sweet sinWhere stories live. Discover now