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Tal vez en el momento que ella había citado a Marin, nunca había pensado que las cosas con Maaya terminarían de esa manera, pero al ver todo el amor y cuidado que Hidaka prodigaba a su rival de amores, se había dado cuenta quien siempre tuvo el amor de la chica de sus sueños, ahora después de ver todo aquello lo confirmaba, lo mejor era irse y dejarles disfrutar de su amor.

Caminó cojeando hacía la salida alejándose de aquella tierna escena, esperando que las heridas de su cuerpo y sobre todo las de su alma curaran pronto.

Levantó la mirada al cielo sintiendo como pequeñas gotas de agua tocaban su piel, esperando que sus lágrimas se confundieran con ellas.

Caminaba lento arrastrando los pies, realmente no le importaba enfermarse, tal vez estando unos días fuera podría olvidarse de todo.

Pensó en Rinon y su fiebre, tal vez podría excusarse por lo mismo, así que si ahora se mojaba sería más creíble.

Mirena iba maquinando su próxima actuación, cuando sintió que las gotas de lluvia ya no la tocaban y miró hacía al frente para mirar la manga de un uniforme igual al suyo sostener algo, que luego se dio cuenta que era un paraguas.

– ¿Quieres enfermarte? – escuchó decir a la dueña del paraguas, quien se acercó más para cubrirle bien, Mirena volteó la cara para evitar que viera los golpes que tenía, pero fue imposible, cuando la chica con su mano libre tomó su rostro y la observó con atención – ¿Ahora con quien peleaste, Mirena? – dijo y Kurosawa se alejó para evitar que aparte de sus golpes viera sus ojos rojos de llorar.

– No es asunto tuyo, Sara – dijo mirando a Kurashima directamente a los ojos, haciendo que la chica se diera cuenta de los ojos llorosos de Mirena.

Lo cual para ella era demasiado extraño, ya que conocía el carácter de la ex estrella de TV, si ella lloraba solo había una razón y aquella razón iba saliendo por la otra puerta de la mano con Maaya y se miraban de manera amorosa.

Ahora entendía todo.

– Tienes razón Kurosawa, no es mi asunto – suspiró sacando un pañuelo y acercándose más a Mirena para limpiarle los rastros de la sangre y polvo que tenía en la cara, quien al sentir a Sara tan cerca y sin su consentimiento, se sintió molesta al sentir como un rubor subía por su cara al tenerla tan cerca – pero no puedo evitar meterme si es algo que te hiere – dijo y se separó para mirarla a los ojos.

Mirena la miró sorprendida sintiéndose descubierta, no sabía cómo, pero es como si Sara pudiera leerla como si fuera un libro de aquellos que tanto a Kurashima le gustaba leer. Ahora sabía que no podía ocultarle la verdad, sintió como gotas de agua caían copiosamente y supo que no era la lluvia, porque aún estaba debajo del paraguas de la otra chica.

– Yo...yo perdí ante Asou...– expresó con dificultad bajando el rostro sin poder ver a Sara – yo gané la pelea a golpes, pero ella obtuvo lo más importante, el amor de Marin – dijo haciendo suspirar a la chica más alta, quien sufría de ver a Kurosawa sufriendo por un amor no correspondido.

Porque ella lo sabía de la boca de la misma Hidaka, su amor siempre había sido para Maaya, en su corazón nunca había habido cabida para Mirena, se sentía mal al callarlo, pero a ella no le correspondía decirlo y lo más importante.

No quería hacer sufrir a la persona que ella quería en silencio.

Suspiró.

Tal vez no era el momento más indicado, pero tenía que hacer algo para hacer que Mirena dejara de sufrir, no le gustaba verla así.

Se acercó de nuevo a ella, levantó su rostro para mirarlo con detenimiento y procedió a limpiar las lágrimas con el pañuelo.

– ¿Qué haces? – preguntó un poco dubitativa al ver la acción de Kurashima, pero se dejó hacer al sentir el contacto de sus manos, le hacía sentirse bien por alguna razón.

FiebreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora