CAPITULO 01

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El regreso de Damon

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El regreso de Damon.

Bianca.

Amaba el invierno, pero a quien se le ocurría apagar la calefacción en estos momentos, ese fue mi pensamiento al entrar a la universidad.

Busque mi salón con calma al darme cuenta que Vannesa todavía no llegaba, pero en todo el camino escuche como mis compañeros susurraban insultos hacia mí, solo por ser una cambia formas débil.

—Casi llego tarde. —me dijo Vanne al darse cuenta que ya me encontraba sentada en el aula.

—Siéntate rápido, que el profe acaba de llegar. —ella asintió.

Luego de que acabaran todas las clases, el director entro a nuestro salón para informarnos que teníamos que ir al auditorio porque iba a anunciar algo.

No sé en qué momento me separé de Vanne, cuando en un pasillo vi a dos chicos caminando, los dos eran sexys, pero el chico de la derecha era el que me llamaba más la atención, su fría mirada me indicaban que no le agrada a sonreír.

Su pelo castaño desordenado le daba un toque sexy, su rostro pálido con las facciones bien definidas, su estructura física era similar al chico que caminaba a su costado.

El dúo poseía una esencia sexy y seductora que dejarían a cualquier chica de esta universidad cautivada.

Seguí observando sus rostros serios, hasta que el segundo dirigió su mirada hasta el lugar donde me encontraba y en su cara se dibujó una gran sonrisa.

El chico le empezó a susurrar algo en el oído al castaño, haciendo que este clave su mirada en mí.

Solo en cuestión de segundos, sentí que todo se detuvo a mi alrededor y mis ojos no lograban apartar su mirada de los de él.

Camine rápido, queriendo salir de ahí cuando logre apartar mi vista, sentí que algo dentro de mí me susurraba que me alejara de él.

Estaba a punto de cruzar la puerta cuando sentí como una mano tomaba mi muñeca y me jalaba hasta un salón vacío.

Cerro abruptamente la puerta y me acorralo contra él, tarde unos segundos en darme cuenta que había colocado su mano en mi delgada cintura, acercándome a su cuerpo.

La distancia entre ambos era casi nula, me estremecí cuando coloco su otra mano en mi nuca, nuestras respiraciones eran lentas y pausadas, mezclándose entre sí.

Fue acercándose lentamente sin despegar su vista de la mia, parecía complacerse de mi sumisión, pero en el momento que su aliento rozo mis labios gire mi rostro, haciendo que riera en mi oído.

—¿Qué te pasa? —pregunté enojada, mirándolo fijamente.

—Me perteneces, pero nunca te voy a aceptar como mi pareja, porque eres una asquerosa y débil coneja.

Dulce DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora