Capítulo nueve.

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CODY NEILL.

Y por más que intentes, por más que te aferres y sientas que podría haber un mínimo de esperanza, sabes en el fondo, que no hay nada para hacer.

Eso es lo que yo siento, aquí, en una de las mesas del fondo, compartiendo un lindo momento con mi mejor amigo y la chica nueva. Los tres platicando de la vida cómodamente, contando nuestros intereses, nuestras costumbres, aquellas anécdotas que son divertidas y en su momento fueron terribles. Y tú, Bell, tú estás seria, revolviendo tu comida en una mesa lejana, junto con un chico que parece disfrutar más de aquel pequeño artefacto que envía mensajes, a la persona que tiene al lado.

No lo entiendo, puedo intentar buscar justificaciones, pero ninguna llega a convencerme del todo. Es sorprendente y hasta impactante, poder ver que aquella hermosa sonrisa que me cautivaba día a día, haya desaparecido con el transcurso de los días. Tus pequeños y lindos labios siguen lastimados, eso quiere decir que ni siquiera has estado usando el bálsamo. Tu cabello, cada vez más reseco y aunque duela admitirlo, tu rostro cada vez más triste.

¿Por qué normalizas eso, Bell? Tú no mereces eso, tú mereces más. No es ser egocéntrico cuando se trata de pedir más, porque se trata de pedir lo que valemos.

—¿Cómo vas con los estudios? A mi geografía me está costando mucho —miro a Tyler, quién me ha quitado de mi burbuja.

—No he empezado aún —confieso, apenado.

—Deberías. El lunes comienzan las vacaciones y aunque son dos semanas, sabes que no es fácil que dejes todo para lo último —asiento ante el regaño de mi amigo.

—No te preocupes, me concentraré mucho en ellos.

Recuerdo que mi libro de geografía lo tiene Bell en su casa, ya que meses atrás se lo presté para que lea algo antes de una pequeña prueba escrita que tuvimos. Ahora me da pena pedírselo, pero a fin de cuentas es mío y me lo tiene que devolver.

Vuelvo a desviar la mirada de mis amigos para concentrarme en aquella mesa. Bell besa la mejilla de Norris mientras este se va, contestando una llamada. Nuevamente, apenas le presta atención. Sin embargo, no se que le habrá dicho porque parece más relajada que cuando este chico estaba a su lado.

Cruza miradas conmigo, pero la desvío rápidamente.

—¿Cómo estás tú? —Pregunto a Alina, ya que Tyler se ha levantado a ir al baño antes de que la campana suene.

—Un poco cansada, no pude dormir bien anoche. —Vaya, al parecer no fui el único—. Estás un poco raro, ¿quieres hablar?

La campana suena, interrumpiendo aquella pequeña pregunta a la que le podría responder con un millonar de cosas. Pero hago una mueca, tomando mi pequeño tupper y guardándolo dentro de mi mochila, esperando a que ella esté pronta para irnos de regreso a clase.

Cuelgo la mochila en mi hombro y esta apoya su mano sobre la mía, que estaba encima de la mesa. Subo la mirada a su rostro. Sus ojos contienen brillo, algo así cómo un pequeño destello y sus pupilas están dilatadas. Es realmente hermosa y a pesar de que lo he dicho algunas veces... Alina es realmente hermosa.

—Puedes contarme lo que quieras —con una sonrisa hago un gesto afirmativo. Sé que puedo, pero no estoy seguro de querer que así sea.

Al quitar su mano de la mía, nuevamente vuelvo a sentir el frío en ella. Alina tenía la mano calientita, un detalle que me ha gustado desde el primer momento. Además, también son suaves. A diferencia de Bell, ésta nunca trae las uñas con esmalte, pero me gustan como quedan ambas cosas. Es decir, decisión propia de cada quién.

10 razones, Bell.Where stories live. Discover now