Capítulo 1

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Cargando su mochila sobre la espalda y en el hombro izquierdo el estuche de sus materiales, Baek Na Kyum se esforzaba por llegar a la tienda de conveniencia sin colapsar en el intento. El brillante fulgor de las luces que adornaban los puestos de comida callejera se balanceaba en el globo de sus ojos, pero aún así su mirada se percibía opaca, sin entusiasmo. 

El estómago le crujía, y de no haber sido por las voces y ruidos que inundaban el barrio por la noche, cualquiera que hubiese estado a unos metros de Na Kyum habría sido capaz de escuchar las protestas de sus entrañas. Habían pasado dos días sin que un solo turista se interesara por ser retratado en los lienzos que él ofrecía. Y por lo tanto, dos días habían pasado sin que él probara bocado. A veces así sucedía. Era inevitable. El negocio de los retratos a mano no era redituable desde la invención de la cámara, y más específicamente, de los teléfonos celulares con cámaras que nada pedían a las manos de un artista en cuanto a plasmar detalles y momentos preciosos se trataba. Pero, ¿Qué podía hacer si dibujar era lo único en lo que era bueno? Con la preparatoria trunca un muchacho de su edad, sin experiencia laboral y encima sin familia en la cual apoyarse, no tenía muchas opciones para ganarse la vida dignamente. 

¿Trabajos pequeños? Lo había intentado. En el mercado de pescados por un tiempo había ayudado a transportar cajas y recipientes con crustáceos y moluscos para uno de los vendedores, pero no había durado. Suficiente había sido con dejar caer tres valiosos refractarios de producto por accidente, eso en una sola semana.

"Eh... Mira, niño." --Le había dicho su jefe, poniendo una mano sobre su hombro-- "No es nada contra ti, sabemos que necesitas trabajar, pero a este ritmo nos harás perder más de lo que ganamos en un día"

No era necesario escuchar el resto. Sabía que estaba siendo despedido. 

¿Trabajos en construcción? También había intentado. Ni siquiera lo tomaron en serio cuando habló con el capataz. 

"¡JA! Mírate, eres un enclenque. Me sorprendería que lograras levantar una carretilla sin ayuda. ¡Y además omega! ¡No me hagas reír!"

Éstas palabras habían sido precedidas por las estridentes y grotescas risas de los demás obreros que observaban la escena. Na kyum había salido despavorido de ahí, intimidado por las obscenidades que habían dirigido en su dirección.

Debido a su vestimenta humilde y desgastada y a su cabello ligeramente largo y desordenado, ningún negocio había querido contratarlo. Aún disponiéndose para cualquier tarea que le indicaran. Incluso se había ofrecido a sacar la basura por un par de monedas. Pero eso era lo más a lo que había llegado. El hecho de ser un omega trabajaba las veces en su contra, pues en la ley era requerido para los empleadores dar ciertas prestaciones a los y las omegas que trabajaran bajo su nómina. Y esto era lo último que querían los pequeños negocios que apenas tenían ingresos para subsistir. 

Si lo pensaba detenidamente, comer poco y casi una vez cada tres días no le había venido tan mal. El ciclo de su celo se había interrumpido gracias a la falta de nutrientes en su cuerpo, y aunque el hambre era molesta, se podía ahorrar el dinero que habría tenido que gastar en supresores si su celo se hubiese mantenido regular. Por no mencionar que era presa fácil para cualquier alfa que tuviera la intención de aprovecharse de él en esas condiciones, sin dinero para inhibidores y debilitado por el ayuno prolongado. Cada noche era una travesía para encontrar un lugar seguro en donde dormir.

Su última opción era pedir trabajo en las tiendas de conveniencia de la cercanía. Había pasado a cinco de ellas sin éxito. Los puestos ya estaban ocupados. Ésta era una de las últimas que quedaban en la zona.

Con los pies arrastrando caminó hacia el mostrador. Un hombre ya mayor se encontraba al otro lado y lo recibió con la misma cordialidad característica de las tiendas de conveniencia.

PINTOR NOCTURNO OMEGAVERSE FICTION - Todas mis batallasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora