1. El abrumador ecosistema

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El día lunes a las seis de la mañana, un grupo de estudiantes universitarios de último año, pertenecientes a la Facultad de Antropología, se hallaban expectantes de su primera clase de la semana.

Algunos conversaban entre ellos, se saludaban, reían y mostraban fotos, en sus celulares, con recuerdos de sus vacaciones. Mientras que otros, aparentemente no muy sociables, preferían garabatear en sus cuadernos haciéndole espera al ingreso de su profesor.

En uno de los asientos de la primera hilera se sentó Caterine, quien era la que más ansiosa estaba porque la clase iniciara. Sacó su libreta de apuntes. Esa que no abandonaba, ni para ir al baño. Todos sabían que era su tesoro más preciado.

Desde el inicio de la carrera, ella se había caracterizado por ser la clásica muchacha que utilizaba marca páginas, notas adhesivas de diferentes colores y apuntaba hasta los respiros de sus maestros. Por consiguiente, sus compañeros la habían calificado, de forma un tanto despectiva, como "la morra de los plumones".

La puerta del aula se abrió atropelladamente, dando lugar al ingreso apresurado de muchos jóvenes que, en medio del alboroto que generaban, se arremolinaban como una verdadera estampida de caballos salvajes. Ninguno pretendía que la presencia de su docente orientador de la asignatura "Teoría de las Ideas filosóficas", era relevante en ese momento. Marcos Bustamante, o también apodado como Marco Polo por unos cuantos estudiantes, era un profesor egresado de una Universidad Católica de alto prestigio.

Se había graduado con honores cinco años atrás; por lo que su proyecto de grado meritorio: "La función de la epistemología en el estudio del hombre en sociedad", fue razón suficiente para que el Consejo del Programa de Antropología de la Universidad« Walter Benjamín», tras leerlo, le ofreciesen la oportunidad de impartir clases a estudiantes de semestre superiores.

—Buenos días a todos. Por favor, hagan una mesa redonda. —ordenó mientras depositaba su bolso y libros en su escritorio. —El debate será basado en la lectura que se les asignó el primer día de clases. —prosiguió a escribir en el tablero.

"Los lineamientos filosóficos de la Teoría del Panóptico de Michel Foucault". Todos en el aula resoplaron, resignados y molestos. No les gustaba que se organizaran debates, cuando tenían claro las dos almas competitivas de ese curso.

Sin nada de cautela y un insoportable chirrido, arrastraron sus asientos para adaptar la forma de un círculo medianamente grande. Algunos mantenían una expresión aburrida y de desinterés por el temario de la clase; otros imploraban internamente porque no les tocara socializar la tarea, debido a que sus apuntes eran desorganizados, denotando la mediocridad de los mismos. Había estudiantes que creían que, con ocupar media cuartilla, ya habrían invertido la totalidad de su esfuerzo; siendo un trabajo decente para presentar.

Los Pingüinos no van a fiestasWhere stories live. Discover now