VEINTIDÓS

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Olivia temblaba de pies a cabeza. Quería hablar con Peter y decirle todo lo que sentía, a pesar de la conversación que habían tenido.

Pero no podía evitar quererle y preocuparse por él. ¡Por todos los demonios! Estaba completamente aterrorizada. Daría la vida por él si fuese necesario.

Miró sus dedos, que se movían sin parar. Se levantó y decidió salir de la habitación. No podía hablar con nadie. Peter estaba preparándose junto a Edmund. River estaba enfadado con ella y Caspian estaba con su profesor. Susan y Lucy habían ido al bosque a buscar a Aslan.

No tenía a nadie en ese momento.

Comenzó a andar por los pasillos, y pasó por las pinturas de las paredes sin mirarlas. Prefería no recordar la causa por la que Peter y ella estaban enfadados.

Corrió hacia la entrada del edificio, donde encontró a River saliendo hacia el exterior. Caspian no estaba. Se escuchaba un gran bullicio cerca del edificio. Estaban todos preparados.

—Olivia —La llamó Edmund a sus espaldas.

Peter y Edmund andaban hasta ella. Los dos iban vestidos con el mismo traje de batalla con el logo rojo del león. El mismo que llevaron en su primera batalla, contra la Bruja Blanca. Olivia no pudo evitar mirar a Peter con sobrecogimiento. Él llevaba su casco en una mano.

Edmund se dirigió hacia la puerta, dándoles un tiempo a solas.

—¿No me dirás nada antes de salir? —le preguntó Peter.

Olivia abrió la boca, sin decir nada, y después miró al suelo, mordiéndose el labio inferior. Peter suspiró y anduvo dirigiéndose hacia la puerta. Podía morir en unos minutos, y ella se arrepentiría para siempre de la decisión que había tomado de no hablar con él. De no decirle todo lo que sentía.

—Peter —lo llamó con la voz rota.

Peter se dio la vuelta para mirarla con los ojos brillantes.

Olivia anduvo hasta él para después posar sus manos en el rostro del chico y besarlo con fuerza. Peter soltó el casco que tenía en la cabeza y la acercó más a él, con las manos en la espalda de la chica. Los animales que se encontraban cerca miraron a otro lado, incómodos, y Edmund actuó como si el exterior fuese lo más interesante del mundo.

Peter la besó como si el mundo se acabase, como si no pudiese respirar y Olivia fuese aire.

Se separaron y Olivia miró con preocupación al rubio.

—Por favor, vive por mi —le pidió la chica, aunque sabía que él no podía asegurarle que eso pudiera pasar—. No quiero saber cómo sería mi vida si algo te pasara.

Peter soltó un pequeño gemido al escuchar aquellas palabras, mientras la miraba a los ojos con intensidad.

—Te quiero —dijo la chica finalmente. Por fin se había atrevido a decirlo. Aunque fuese a esas alturas.

—Te quiero —repitió él. La besó en la frente con sumo cuidado, y dándose el tiempo necesario, para después agacharse y recoger su casco. —Nos vemos pronto.

Entonces se colocó el casco y comenzó a andar al lado de Edmund hacia el exterior, bajo los vítores de todos los narnianos.

Olivia corrió detrás de ellos para ver cómo Miraz los contemplaba llegar, sentado junto a sus súbitos. Les decía algo y ellos asintieron. Eso le dio mala espina.

Olivia, con energía renovada, se colocó entre a River y el oso Bulgy, que la saludó, y miró con temor cómo Miraz se levantaba, dispuesto a luchar. Edmund le entregó a su hermano la espada, la cual Peter desenvainó, provocando los vítores de todos los narnianos que detrás miraban la escena. Miraz seguía hablando con sus súbditos mientras se colocaba su máscara de acero. Desenvainó su espada. Peter se acercó a él. Entonces, los dos comenzaron a dar vueltas alrededor del campo de batalla, el cual no era muy grande.

Living in Danger |Peter Pevensie|Where stories live. Discover now