Un agridulce nudo en la garganta.

20 1 0
                                    

Querido diario:

Voy a contarte un suceso que me ocurrió hace un año por fechas de Navidad. 

Voy a baile, no es que se me dé super bien pero a mí me gusta. La idea fue de mi mejor amiga, Andrea, por así decirlo. Para hacer más amigos y todas esas cosas. Nos apuntamos. Pero sin siquiera darme cuenta Andrea se hizo muy amiga de una chica, Carla. Personalmente me cae bien pero no sé si es porque Andrea suele ser el centro de atención que cuando estoy con ella no sé de que hablar. 

Pasó el tiempo se  hicieron muy amigas, tanto que de lo que hablaban no me enteraba de nada. Cuando se encontraban entraban en su mundo y no se acordaban de mí. Era muy incómodo porque estaban a lo suyo y yo intentando hablar con ellas y nada. Yo me sentía sola y más sola y triste. Decían que estaba celosa, claro como a mí me hacen todo el caso del mundo.

Todos esos sentimientos se fueron acumulando hasta llegar al día de exhibición de los bailes que habíamos hecho, a nuestros padres. 

Llegué pronto, entré al escenario, donde la gente se estaba preparando. Estaba Andrea y Carla juntas bailando o yo que sé no me acuerdo con claridad, lo que sí me acuerdo es que no me dijeron nada. 

Había mas chicas de mi clase maquillándose y vistiéndose en la misma sala. Me sentía muy indefensa quería encogerme y que me tragara la tierra o ser invisible. Me fui de la sala, escaleras abajo iba deambulando por ahí sin saber que hacer. Iba corriendo como huyendo de algo hasta que me caí en un escalón. Me levanté rápido mi dolor emocional se igualó a mi dolor físico, tanto que se me cayeron unas lágrimas pero yo seguí, sólo me quedaba mi amor al baile.

Los primeros bailes eran de los pequeños iban un poco descoordinados y la profesora les ayudaba pero se notaba que les gustaba y lo hacían muy bien. Me encontraba sentada detrás del escenario con las demás, seguía teniendo un nudo en mi garganta pero se me pasó al ver a los niños. 

La siguiente actuación era de mis amigas, bailaron una canción de k-pop con sus pasos cortantes y rítmicos. Me encantó el baile pero seguía con cierto resentimiento hacia ellas y no podía verlas de una manera imparcial.

Después nos tocó a todas bailar una canción de reggateon que personalmente a mí no me gustaba. Íbamos disfrazadas de conejitas, me da asco solo de recordarlo. Se me cayeron las orejas de mi disfraz varias veces. 

Por fin toco mi canción preferida, me encantaban los pasos tipo de bachata, una parte la bailé con la profesora porque cómo la altura era parecida y no tenía pareja pues no me quedó otra que bailar con ella, cosa que no me disgustaba del todo.

Luego hicimos un baile sólo tres chicas y yo. Me fui a ponerme los pantalones de plástico del chino super incómodos. Y ahí estábamos en el escenario, se nos olvidaron algunos pasos porque no lo llevábamos muy practicado y alguna parte cada una mirando hacia un lado. Fue un poco vergonzoso, pero no fue para tanto. Me río de pensarlo.

Al final cuando se acabó el concierto, estaban Andrea con Carla hablando con la hermana mayor de la anteriormente mencionada. Me volví a sentir desprotegida, fui hacia ellas aun pensando que no tenia nada que hacer allí. Pero me encontré con los padres de Andrea, me saludaron tan amables y me dijeron que había mejorado mucho, mas tarde lo corroboraría la propia Andrea al venir con sus padres. 

Me fui con mis padres en un intento de huida porque me encontraba con un nudo en el estómago al sólo ver a mi amiga. Desgraciadamente, mis padres estaban hablando con sus padres. Ya saliendo del centro cívico, fui con Andrea que ya se había despedido de Carla. 

En esos momentos, pensé "bien, ya me hará caso". Ay ilusa de mí, porque había venido una amiga suya hija de unos amigos de sus padres. Ahí estaba ella hablando alborotadamente con esa chica que no conocía. Me la presentó, se llamaba Elena, fuimos caminando por la calle. 

Cada vez me sentía mas lejos de ellas y decidí ir con mis padres. Pero luego se acerco a mí diciéndome-ay no te me pierdas- me sentó como una patada eso. Ya el final del camino estaba cerca. No podía aguantar más hipocresía e incomodidad.

Pero los padres de Andrea les dijeron a los míos de ir a cenar por ahí. Menos mal que mis padres dijeron que no podíamos. Ya acabó mi tortura, tenía tantas ganas de llorar.

Una vez me dijo Andrea que no llore, que llorar te hace ver débil. Yo no creo eso, quién llora es porque por mucho tiempo ha sido fuerte y llega un momento que explota y ya no puede más.

Ya me he desahogado por hoy. 

Besos.

Carol H. Miller



Querido diarioWhere stories live. Discover now