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Harry piensa que ha sido una mala idea, que ha sido una espantosa idea esa de acompañarlo, de no decirle la verdad acerca de por qué no la ha visto con Beverly recientemente, de no haberle contado lo que su hija hizo con su novio en su piso, en su cama, mientras él estudiaba y tenía lo que parecía ser una vida tranquila, común y corriente.

Por un instante cree que lo ideal sería inventarse alguna excusa. Sin embargo, una pequeña voz en su cabeza le dice que ya no importa nada de eso y que no puede escapar de allí, pues ya está dentro del coche y no falta mucho para que el motor sea puesto en marcha. El sonido de los seguros en la puerta le provoca algo parecido al espanto —básicamente porque lo toma desprevenido— y tiene que evitar el respingo inesperado que su cuerpo quiere dar al estar, de cierto modo, a la defensiva.

Harry no le presta atención al camino. Está demasiado ocupado pensando, evitando pensar, sintiendo como el frío del interior del vehículo por poco lo está haciendo temblar. Sus cejas permanecen arrugadas en todo momento, pero el gesto se le pronuncia más en el entrecejo cuando se acaricia los brazos desnudos en un intento por brindarse, aunque sea una pizca de calor para no morir de una hipotermia segura.

Antes estaba bastante acostumbrado a este tipo de temperatura sabiendo que así es como viven los pocos integrantes de la familia Tomlinson. Siempre con la ventilación encendida. Siempre buscando la parte más friolenta de cualquier lado, huyendo eternamente del verano y el calor y todo lo que pueda hacerlos sudar, pues lo consideran fastidioso y un enorme inconveniente.

Y Harry solía estar habituado a ello, así como también solía amoldarse a todas las necesidades y los deseos de aquella que solía ser su mejor amiga, porque la quería, porque jamás le gustó la idea de molestarla, porque siempre la tuvo primero en su corazón antes de cualquier otra cosa en el mundo porque su cariño era tan inmenso, que no podía ni siquiera guardárselo en el pecho y tenía que hacer por ella lo que fuese para poder soportarlo.

Se muerde el interior de las mejillas tan pronto como desvía la mirada hacia la ventana.

Oculta un pesado suspiro, y sus lágrimas de paso, y se dice a sí mismo que tiene que contenerse, detener cualquier mueca, todo indicio que delate lo cerca que está del quebrantamiento al no ser capaz de olvidar todo lo que quiso a la rubia y lo poco que ha superado su traición —a pesar de haberse dicho una y otra vez que estaba en el proceso y que cada día se sentía mejor—. Se regaña una y otra vez, repitiéndose y usando como excusa el hecho de que no puede dejar que el señor Tomlinson se dé cuenta del dolor que no lo ha abandonado después de todos esos meses, que no debe de comportarse de ese modo tan trágico y probablemente grosero a su alrededor, pues no lo merece.

Louis Tomlinson no lo merece.

Él no tiene que pasar por el descubrimiento de la clase de hija que tiene, y Harry no va a ser el que lo obligue a enterarse de ello. Bajo ninguna circunstancia. El castaño siempre ha sido tan bueno con él, incluso ahora mismo, que no considera que sea justo de su parte el hacerle algo como eso. De manera que, se resguarda en ese potencialmente ridículo pero convincente argumento, y decide que por lo menos esta noche, va a fingir que el desafortunado suceso y el acto desvergonzado de Beverly y Alan jamás sucedió.

Se llena los pulmones de aire enderezando el cuello hacia el frente, y por el rabillo del ojo le echa un breve vistazo al hombre que permanece junto a él, con una mano en el volante y la otra descansando en el compartimento que divide los asientos. Está tranquilo y con un gesto apacible pintando sus atractivas y masculinas facciones, y no parece ni un poco incómodo o molesto con el silencio que ha caído sobre ellos, principalmente porque Harry no tiene nada que decir y de todas formas no confía en sí mismo para mencionar cualquier cosa.

Tampoco es que hayan mantenido muchas conversaciones en sus vidas. Si acaso, solo llegaban a tener charlas breves que se veían interrumpidas por la presencia de Beverly, quien siempre saltaba con algo completamente distinto a lo que estuvieran hablando o quien le pedía a su padre que saliera de la habitación porque estaban ocupados haciendo algo que no involucraba a hombres adultos como él, cosa que siempre lo hacía reír con suavidad y a Harry lo avergonzaba en la medida de lo posible considerando que eso que hacían era simplemente hablar sobre cualquier trivialidad que les pasara por la cabeza o ponerse lo suficientemente profundas como para tocar temas que el rizado ya ni siquiera puede recordar. También veían cosas en internet o se quedaban escuchando música uno al lado del otra, flotando dentro de esa órbita que parecía eterna, inquebrantable.

How to be a heartbreaker ✦ larry au! Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang