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Heather.

Seguía pensando que esto era una locura. Si las atrapaban serian castigadas severamente. ––Tembló ante tal pensamiento. El aire frio atravesaba la fina tela del manto dorado que llevaba puesto, las pequeñas brisas del aire nocturno mecían las ramas tiernas de los olmos y de los sauces, pétalos de flores bailaban al son de las ráfagas hasta caer en la tierra, los búhos atigrados emitían su canto, sus pisadas eran silenciosas mientras atravesaban el templo sagrado de las esclavas vírgenes, los guardias le daban la espalda, sigilosamente siguió los pasos de su prima, la melena rojiza y rizada parecía estar a punto de explotar de la coleta que lo retenía, las dos llevaban un manto dorado que las cubría del mundo externo, nerviosa mantenía los ojos fijos en los guardia para asegurarse que no fueran descubiertas, era lo último que deseaba. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta cundo Selkis se detenía abruptamente, chocando bruscamente las dos que cayeron al pasto tierno, quejándose se acarició el trasero, su prima le miraba enojada y ella le susurraba un lo siento.

Iba seguir disculpándose peso boca fue sellada por una mano fría, miro a su prima frunciendo el ceño, un guardia pasaba caminando dando su vuelta de turno, comenzó a ponerse ansiosa y nerviosa ¿Qué pasaba si las atrapaban?, Selkis le hizo señas para que avanzaran gateando hasta el arbusto más frondoso, cuando estuvieron ocultas detrás del arbusto soltó la respiración, esto es una locura, lo mejor sería ir a su casa.

—Sino te calmas nos van a atrapar. –Reñía su prima– ya estamos cerca de la entrada, solo hay que esperar que el guardia vaya a sus lugares.

—Deberíamos volver...

—Confía en mí, no nos van a atrapar, tengo días evaluando la situación.

Frunció el ceño ¿desde cuándo había estado planeando esto su prima? Selkis se asomaba para espiar.

—A la cuenta de tres vas a correr lo más silenciosa que puedas ¿entiendes?

—¿¡Que!? –Exclamo asustada.

—1...2... –Su prima seguía espiando mientras contaba y antes de que digiera tres ella ya estaba corriendo como loca, se sujetó los senos, dolían cuando rebotaban.

Corrió hasta llegar a la fuente de lunar, ahí no pasaba ningún guardia ya que era un lugar sagrado, se apoyó del borde de la estatua del dios Rhasshed, tomo aire tan apuradamente que siento como los pulmones le ardían tan dolorosamente, el corazón le latía desbocadamente, cuando se tranquilizo pudo apreciar el paisaje, un sinfín de flores lunares decoraban el lugar, la luz incandescente que emitían hacia el lugar lleno de luz, luciérnagas pululaban de un lado a otro brillando y pagándose, el agua de la fuente se veía fluorescente de un azul turquesa, la enorme estatua del dios de la justicia divina, según los cuentos con tan solo levantar la mano podía hacer crecer la vida, dicen que con un soplo de aire había creado un sinfín de vida, él había ayudado a Maat a crear la tierra y todo lo que se conocía, las lirias decían que era un dios cuyo temple era firme y justo, los papiros hablaban de un dios cuya belleza era in finita, sus ojos era dos zafiros azules que te hacían temblar, y no mentían, observo la imponente figura tallada en mármol oscuro, su porte real decía mucho, su expresión serena y fría te hacía pensar ¿Qué es lo que está sintiendo y pensando? La mano derecha del dios se alzaba sosteniendo una copa de la cual brotaba agua, su mano izquierda empuñando una guadaña, le paso un escalofrío.

—¡Por Arik! ¿en qué demonios pensabas? –Selkis gruñía enrabietada– ¡te dije que fueras a la derecha y que corrieras hasta que digiera tres! ¿Dónde demonios estamos?

Se giro, su prima se estiraba del cabello mientras pateaba las flores con enojo.

—Lo siento, el miedo me gano. –Se disculpo. Rio al ver a su prima patalear las flores– dicen que las flores lunares fueron creadas por el dios Rhasshed a su amada amante.

4°La Compañera del Alpha.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora