Capítulo 22

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Hola!

Creo que se me ha echo costumbre en hablarles por aquí, aunque no es como prefiero hacerlo.

Ya deben de estar acostumbrados a mis disculpas. Pero bueno, estoy en la preparatoria y este semestre esta demasiado pesada, aun asi trato de escribir de vez en vez.

Pero este capítulo traté de hacerlo un poco más largo de lo normal. Y además hay una parte que creo les va a gustar.

Gracias por leerme ;)

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El asiento de piel es muy cómodo. Pareciera que me engulle en un gran pero firme abrazo. Tengo sueño, estoy cansada. Las piernas me pesan. Los parpados se me han caído sobre los ojos más sin embargo no logro conciliar el sueño.

La música pareciera oírse a la lejanía, como un levísimo susurro. Como las hojas cayendo de algún seto en otoño. Como la caricia del aire por la tela de las cortinas de alguna ventana. Bajo, lejano. Es una leve melodía, triste y le va a la perfección a la situación.

Mi respiración es profunda pero silenciosa. Puedo oír la respiración de Asaiah y podría jurar que hasta incluso puedo oír su corazón latir. Su respiración es más profunda, menos silenciosa. Pero hasta su respiración es irresistible. Es tan él.

-Cure. –Susurra. Hace ya mucho que no me decía así. –Te amo, hermosa.

No contesto. Sus palabras me arrullan y me llevan a un lugar dentro de mí que ni siquiera yo estoy consciente.

Sueño. Sueño que nada de esto es real. Que todo está más que bien. Que al abrir los ojos me voy a encontrar en mi cama, lista para otro día de escuela. También sueño con un Sat sin tatuajes, sin cicatrices. Con Asaiah feliz, conmigo. Los dos juntos. Sus manos, mis manos. Y sus labios suaves y carnosos presionando los míos. Y sigo soñando.

Algo me despierta, pero ya no sueño. Abro los ojos y veo carretera. Asaiah está con la mirada fija en el camino. No sé cuánto dormí, pudieron haber sido horas, pero también unos cuantos minutos, no lo sé.

Mis ojos bailan sobre los músculos de sus brazos, como si estuvieran trazados con un cincel. Recorro sus brazos hasta llegar a sus manos, que en las muñecas le resaltan las venas. Y me quedo mirando sus nudillos, mirando unas pequeñas marcas que jamás le había visto antes. Son cicatrices. Las tiene en todos sus nudillos, en ambas manos. Son pequeñas líneas de piel un poco más claras que sobresalen.

-Son cicatrices. –Responde a mi pregunta no formulada.

-¿Cómo te las hiciste? –Pregunto, esta vez en voz alta.

-De peleas. Cuando era más joven.

-Pensé que usabas guantes.

-Antes no. –No me mira pero yo le veo su perfil. –Antes me vendaban las manos y metían cristal dentro del vendaje. Se hacía para herir a tu enemigo.

-Para hacer trampa.

-Algo así. –Se encoje de hombros. –Lo hacía cuando recién comencé a pelear. Estaba yo solo y necesitaba ganar a mis contrincantes que eran mucho más mayores que yo. Trataba de entrenar antes de cada pelea pero no sabía cómo.

-Así que decidiste hacer trampas.

-En las peleas callejeras no hay reglas, Chris.

-Pero, según recuerdo, cuando te he visto pelear dicen nada de golpes bajos.

Demonio (secuela de Bestia)Where stories live. Discover now