Capítulo 6: La victoria

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Cuando la tarde caía, ese mismo día, Mando y Cara Dune se adentraron en el bosque siguiendo el rastro que los saqueadores habían dejado a su paso. Las huellas eran múltiples, pero lo que llamó la atención del Mandaloriano fueron las señales dejadas en las ramas de los árboles. Demasiado altas y toscas como para tratarse de los klatooinianos.

—Algo grande arrancó esas ramas— señaló Mando.

No tuvieron que caminar mucho para dar con la respuesta ante tan tosco rastro. En el suelo frente a ellos, hundida en la tierra, se hallaba la huella enorme de un vehículo que por años fuera utilizado por el Imperio.

—AT-ST— murmuró preocupada Cara.

—Caminante imperial. ¿Qué está haciendo aquí?

—No lo sé— respondió Cara poniéndose de pie—, pero es más de lo que esperaba.

Delante de ellos, por el sendero, se veían las pisadas que el AT-ST había dejado a su paso. Tan solo esas huellas eran suficientes para revivir los horrores que la veterana de guerra había tenido que presenciar durante su servicio con la Alianza Rebelde.  Lo que sea que hiciera en el lugar no podía ser bueno.

*  *  *

Tihion sonreía satisfecha mientras tendía sus vestidos al sol. Había sido una bendición llegar a aquella pequeña aldea, pues los pobladores se mostraban amables con ellos y le habían permitido lavar su ropa. Por fortuna las manchas de tierra y lodo de cuando pelearon contra el mudhorn salieron de la prenda y ahora lucía casi tan blanca como cuando las Cuidadoras se la dieron.

Hacía no mucho tiempo que Mando y Cara habían partido rumbo al bosque para averiguar todo lo que pudieran acerca de los saqueadores. La joven sabía que su ayuda sería nula para con ellos, tal vez incluso les estorbara más que ayudarles. Por ello se había quedado en la aldea terminando de atender las labores que tenía con el Sujeto.

Sin embargo, en ese preciso momento justo deseaba haber ido con ellos. Cerca de donde estaba las aldeanas cuchicheaban algo con intensidad. Parecían discutir sobre un asunto de gran importancia, y parecía que tal asunto estaba directamente relacionado con ella, pues no dejaban de voltear en su dirección.

La joven intentó ignorarlas, pensando que podría estar malinterpretando las señales, viendo cosas donde no las había. Es bastante común sentirse ofendido por situaciones que no han ocurrido más que en tu cabeza. Por ello se centró en sus tareas y trató de encontrar los sentimientos de paz interior que acostumbraba buscar cuando el Mandaloriano la sacaba de sus casillas.

Para su mala suerte aquello no pudo pasar, pues de pronto tenía en frente a las mujeres que hasta hace unos segundos murmuraban entre ellas. Todas la miraban con compasión y parecían bastante avergonzadas. Al principio ninguna habló, solo se mantuvieron firmes en sus posiciones mientras se mordían los labios con nerviosismo.

—¿Está todo bien?— preguntó Tihion extrañada—. ¿Necesitan algo?

—Es que...— comenzó a hablar la que parecía ser la líder de todas ellas—. Quisiéramos comentarte una situación que nos tiene preocupadas.

—Adelante— pronunció con cuidado la joven ramurana.

—Verás, hace ya algún tiempo que Omera perdió a su marido— empezó a narrar la misma mujer—, y todo este tiempo ella se ha comportado con recato, pero...

—Creemos que puede tener un interés particular por tu compañero— intervino una más de las mujeres—. Ya sabes. Un interés poco sano.

—¿Ustedes piensan que ella puede estar teniendo un romance con Mando?— tanteó Tihion incrédula.

La mujer prometida || Din DjarinWhere stories live. Discover now