Está preciosa, ella siempre lo está.

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16. Está preciosa, ella siempre lo está.

El desayuno transcurrió sin mayor relevancia, a no ser porque la Señora Pierce, después de regañar a Brittany una vez más por dormir en el granero, no dejó de hablar sobre los preparativos de la ficticia boda. Logrando, que las pocas ganas de engullir tortitas de Brittany, se volviesen casi nulas. Por suerte un soplo de aire fresco para la rubia entró en la casa cuando Jake llegó a La Granja. En un suspiro Brittany se levantó de la mesa, y sin dejar apenas que su amigo diese los correspondientes buenos días, lo sacó a rastras de la cocina por un brazo y ambos salieron al jardín. Santana pudo comprobar como el enfado de Brittany no había rebajado ni medio gramo después de haber llenado algo su estómago, porque la bailarina no se había dignado a mirarla en ningún momento.

Con un gesto disimulado de la cabeza Quinn le indicó a Santana que la siguiera. Caminaron hacia la habitación de la rubia, ésta cerró con sumo cuidado la puerta mientras la muchacha se sentaba sobre la cama a la vez que soltaba un fuerte y sonoro resoplido.

- Quinn debemos hacer algo con respecto a eso de ir a la ciudad hoy, es absurdo.

La rubia no habló en ese instante, y se limitó a asomarse a la ventana observando como su hermana arrastraba al pobre Jake hacia el granero, sonrió y añadió en voz baja, pero de forma bastante audible.

- Se lo va a contar.

Santana miró a la muchacha un poco desconcertada, y se levantó de la cama acercándose a la ventana, pudiendo ver el instante justo en que ambos amigos entraban en el edificio de madera y cerraban la puerta.

- Me voy a morir de la vergüenza – Dijo encogiendo el rostro.

Quinn sin embargo sonrió con más intensidad.

- No te preocupes por eso, a fin de cuentas pronto lo sabrán todos – Se hizo un silencio mientras Santana caminaba hacia la cama de Quinn y volvía a sentarse sobre ella.

- ¿Vamos a ir a Lima?

- Me temo que no nos queda otra opción.

- Pero es absurdo Quinn. No pienso alquilar ningún traje de novia, sería ridículo hacerlo – Dijo Santana mirándolo con ojos severos.

- No vamos a hacerlo Santana, iremos a la ciudad pero ni tú, ni Brittany, ni yo alquilaremos nada. Brittany ya lo sabe, lo acordé con ella – Hubo otro silencio cuando la rubia vio como el semblante de la muchacha dejaba de estar serio y se volvía melancólico – No quiere que te vayas.

Una sonrisa curvó levemente los labios de Santana mientras un rubor coloreaba sus pálidas mejillas.

- ¿Te lo dijo? ¿Cuándo?

- Hace unos minutos, cuando fui a despertarla al granero, sigue enfadada – añadió rápidamente al ver como el rostro de Santana mostraba cada vez más felicidad.

- Pero no quiere que me vaya.

- No, pero no va a pedirte que te quedes – Le advirtió intentando que su voz sonase dulce para no dañarla.

- Lo sé, la conozco. Pero no quiere que me vaya, ahora no sé qué hacer – Mientras decía eso Santana se había levantado de la cama y había caminado hacia la ventana clavando sus ojos en la puerta cerrada del granero – Creo que mi decisión de irme dependerá de lo que pase esta noche, de la reacción de tu familia.

Quinn emitió un sonoro suspiro, y anduvo unos pasos hacia la puerta de su dormitorio.

- Sigo pensando que es una estupidez ir a la ciudad, y no sé cómo vamos a hacer para convencer a tu madre de que no alquilaremos nada – añadió la joven sin dejar de mirar por la ventana.

La novia de QuinnWhere stories live. Discover now