Capítulo 4 Trago caliente para dama helada

237 16 0
                                    

Miro la hora y son casi las once de la noche. Pienso en llamar a Daniel a ver si se anima, aunque sea tan tarde. Al agarrar el móvil que había silenciado para no tener distracciones, me doy cuenta que un mismo número me ha estado llamando insistentemente. La última vez, hace menos de media hora. Si es una emergencia, no importará la hora, por lo que devuelvo la llamada. Responde un hombre, no muy cordialmente.

- ¡Hasta que se digna a aparecer!

- Disculpe, tengo varias llamadas perdidas de este número, pero no sé quién es usted ¿Cuál es la emergencia?

- No hay tal. Soy Demian Eaton, solo quería hablarle, de ser posible, en persona.

- Lo lamento Sr. Eaton. Me temo que pongo el móvil en silencio, cuando estoy diseñando ¿En qué puedo ayudarle?

- ¿Trabajando un sábado a esta hora? ¡Ni siquiera yo! ¿Le apetece un trago? Puedo pasar por usted en unos minutos.

- ¿A esta hora?

- Era buena hora para trabajar ¿Cierto? ¿Por qué no sería buena para relajarse un rato?

- ¿En dónde se encuentra?

- Bastante cerca de usted, si se encuentra en la empresa.

- Pues sí, pero prefiero llevar mi auto. No deseo regresar por él para ir a casa.

- Bien – dice en tono seco, dándome su ubicación

Por su tono cortante, puedo notar que no está acostumbrado a que le lleven la contraria «Peor para él» pienso. «Estoy construyendo y diseñando para él, pero no soy una de sus empleaditas de catálogo»

- Conozco el sitio, estaré allí en unos minutos, aunque no podré quedarme mucho tiempo. Mañana temprano debo continuar trabajando.

- Entiendo, entonces, hable menos y venga pronto.

- No me haga arrepentirme de haber aceptado, aún estoy a tiempo de no ir.

- La espero – dice y cuelga.

Pude escuchar su respiración fuerte al decir las últimas palabras y colgar. No tengo dudas que el tipo es un pesado, pero actualmente, también es mi mejor cliente y va a serlo al menos durante siete u ocho años más, mientras le construyo las otras cuatro casas. Decido aguantarme por esta vez y voy al tocador a revisar la apariencia que tengo. Me arreglo un poco el cabello y retoco mi maquillaje. Estuve todo el día trabajando, no estoy vestida para impresionar a nadie, pero no me importa. Si le ofenden mi falda corta y gastada de jeans, la camiseta decolorada y holgada de Metallica, que tengo desde la universidad y mis viejas zapatillas de tela, que se aguante.

Llego al bar del bistró y comienzo a mirar el entorno y en ese momento recuerdo que no tengo idea cómo es el Sr. Eaton. Un hombre todo vestido de negro, con pantalón de vestir y jersey de cuello alto, se levanta y comienza a caminar en mi dirección. Muy alto, musculoso, cabello rubio muy corto, brillantes ojos azules, de aspecto prepotente y pinta de tener dinero «¡Mierda!» pienso «¡Otra vez el mirón! ¿Acaso me sigue?» Se detiene frente a mí y me saluda.

- Buenas noches

- Buenas.

- ¿Me acompaña?

- Lo lamento, vengo a buscar a alguien.

- ¡Lo sé! ¡A mí! – dice extendiendo la mano - Soy Demian Eaton.

- May Stewart – digo mientras pienso «¡Trágame tierra!» «Espero que este baboso no crea que habrá sexo, como parte del trato»

- Confío que hoy no me desprecie una copa.

ÁTAME DE POR VIDAWhere stories live. Discover now