Capítulo 10 Rey y reina de la promo

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Duermo hasta las cinco de la tarde y me despierta un rugido de mi estómago. Recuerdo que no desayuné. Bajo a buscar a Rosie a ver qué me guardó de comer. La encuentro recostada en una de las sillas alrededor de la piscina, mirando nadar a Ray. Se levanta cuando me ve y se acerca a mí.

- ¿Cómo te sientes, mi amor?

- Estupenda y muerta de hambre.

- ¡Qué bueno! Te guardé cerdo asado, puré de papas gratinado, ensalada mediterránea y de postre, tarta de manzana caliente con helado de vainilla.

- ¿Ray comió?

- Ha comido todo el día con la excusa de que siempre que tiene sexo salvaje contigo, se le abre el apetito ¡Ese Ray es un todo un caso!

- ¡Y que lo digas!

Ray me ve, sale de la piscina y se nos acerca. Mientras camina, se va secando el torso de manera muy sensual y provocadora, Rosie, pone los ojos en blanco, ambas reímos y ella comienza a servirme la comida. Ray se sienta a mi lado frente a la encimera de la cocina y le dice a Rosie que aceptará cualquier cosa que quiera darle, aunque ella no le ha ofrecido nada.

- ¿Cómo te conservas tan delgado, si no paras de comer? – pregunta Rosie.

- El sexo desatado ayuda, mi hermosa Rosie – dice, guiñándole un ojo sin un ápice de recato y Rosie ríe a carcajadas.

- Lo tendré en cuenta y se lo haré saber a Pete– responde ella.

- Si te sientes desatendida en la cama... ¡Llámame! Me haré cargo.

Aunque se gana un manotazo en el hombro propinado por Rosie y un pellizco en las costillas de mi parte, igual las dos reímos a carcajadas. Cuando estamos cerca de Ray, todos olvidamos el pudor y la vergüenza. Terminamos de comer, Ray y yo compartimos mi tarta con helado, porque casi no puedo con ella y ambos pedimos a Rosie que nos mime con su delicioso café.

Según dice la invitación, la fiesta comienza a las nueve de la noche, lo que significa que empezará a las diez, pero Ray dice que si queremos hacer una gran entrada, debemos llegar alrededor de las once, cuando todos estén presentes. Después insiste en arreglarme el cabello alegando que para algo debe servir el año que pasó esclavizado en un atelier de belleza, antes de trabajar para mí. Me recomienda que lo lleve en alto, dejando mi espalda expuesta desde la nuca para no deslucir el escote posterior.

- Es decir, no solo iré muy expuesta al no estar usando sujetador, para colmo, parecerá que presumo por ello.

- ¡Exacto! ¡Y que mueran de envidia las que no tengan tan buenas tetas!

No puedo negar que me gusta el aspecto del moño que me hace, no luce estirado, ni apretado, por el contrario, hilos de cabello caen suavemente de él y le dan movimiento al peinado. Por último, pregunta si tengo un brazalete fino con piedras cristalinas o celestes, con el que pueda rodear la base del moño, encontramos uno de brillantes que me regaló mi padre hace varios años y él lo fija con pinzas escondidas.

Ambos estamos de acuerdo que como accesorios, solo debo usar zarcillos. Elegimos unas chispas de brillante, muy pequeñitas. Ray contempla el efecto final y dice que estoy brillando con luz propia y que usar cualquier otra cosa, sería demasiado. Se marcha a su habitación y un rato después regresa luciendo impresionante en su esmoquin. A pesar de la altura de mis sandalias, ni siquiera le llego al hombro. Al mirarlo, confirmo que ciertamente será un magnífico acompañante. Había pensado usar una cartera de noche, tipo sobre, pero prefiero dejarla y pido a Ray que me permita disponer de sus bolsillos. Solo necesito llevar un labial y mi celular, porque él se hará cargo de las llaves del auto y de la casa.

ÁTAME DE POR VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora