¿Hija?

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N/A: Esto no es omegaverse.


- La familia Gojou ha tenido este hechizo desde muchas generaciones atrás y es momento de que tú empieces a manejarlo... Riko.

La pequeña tomó entre sus manos aquel libro desgastado, sus hermanas mayores lo habían conseguido para ella por lo que debía esforzase al máximo y así hacer feliz a su padre. Tuvo que quitarse las vendas que cubrían su ojo derecho para poder estar más cómoda a la hora de leer pero le molesta la mirada de su padre cuando se topa con su ojo derecho por lo que ella misma había decidido vendarlo a pesar de las preguntas no responde las mismas diciendo que la luz le molesta mucho con ese ojo y así dejar la conversación perderse.

Comienza con la energía sin limite, pasan varios meses, pero es un poco débil y lo más probable es que se deba a la mezcla de genética en su interior pero su padre la fuerza a que termine por lo menos con una actividad continua. Un año después es capaz de mantenerla y entonces pasa a la técnica inversa llora amargamente al ver un ave en la mano de su padre, ¡le ha arrancado una de sus alas y la ha lanzado al suelo!

- Con tu técnica de inversión debes ser capaz de curarla Riko.

- P-pero aún no la domino papá.

- ¿Es así? Entonces debería matarla para que no sufra más, ¿no?

- ¡No, no, no! - La protege con su cuerpo y pone todo su empeño en devolverle la parte que ha perdido-. ¡No uses vidas inocentes para enseñarme papá!

El ave pía, se levanta y esta se va volando hacia el cielo, el ala pérdida queda en el suelo, ¿le ha nacido una nueva? Sus lágrimas fluyen como si de una llave abierta se tratase pues el dolor que siente a causa de la experiencia es inmensa, duele y se siente usada, sus ojos de colores se devuelven al hombre que le dio la vida el cual solo le sonríe y se inclina para darle pequeñas palmadas en la cabeza.

- Sabía que podrías hacerlo Riko, al final de cuentas eres nuestra hija.

Los restantes cinco años ya domina las artes marciales, la técnica inversa y la extensión del dominio teniendo solo diez años, tirando su infancia para complacer a aquel hombre que ama sin medida alguna, su padre es el único familiar consanguíneo que conoce pues aunque pregunta por su madre este no responde cambiando el tema. No viaja a Tokio con sus hermanas mayores y el resto de la "familia", pasea por la casa hasta dar con la habitación de su padre entrando a esta para sentarse simplemente en la puerta, admirando todo y es cuando decide ser un poco más desobediente sacando el futón de este para abrazarlo y es cuando una fotografía cae del interior de la almohada, su único ojo visible se abre en sorpresa al ver a aquel hombre junto a un joven Suguru.

Cabello blanquecino, pestañas pobladas y atractivo, de ojos azules, tan azules como el cielo despejado en verano y no tiene un solo cabello blanco pero algo la llama de esa fotografía pero la duda no hace más que aumentar, ¿qué le estaba ocultando su padre?

- Riko, estamos en casa, te trajimos una crepa.

- ¡Riko-chan si no la quieres yo puedo comerla!

Solo el silencio es la respuesta a sus presentaciones, Suguru siente su corazón subir a su garganta dejando la golosina tirada en el suelo llamando desesperadamente a la menor pero esta simplemente no aparece y justo a días de haber declarado la guerra en contra de su antigua escuela.

- ¡Riko! ¡Esto no es divertido! ¡Encuentren a mi hija! - Dio la orden y también se unió a la búsqueda-.

Ni siquiera las maldiciones han dado con ella, ¿dónde estaba?

One Shots SatoSuguDonde viven las historias. Descúbrelo ahora