Atsushi trata de pasar una agradable navidad a lado de Dazai, sin embargo él es una persona con nula experiencia en este tipo de festejos. Así que hará todo lo posible para que Osamu viva de gratos momentos y tal vez algo más.
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Bungō Stray Dogs...
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La navidad estaba acercándose, podías sentirlo al oler la canela que se impregnaba en el ambiente. "Algo picante el olor, si me lo preguntas." Si salías a la calle, en cada esquina había colgadas un sin fin de luces navideñas, los colores que más predominaban eran el azul y blanco "Pfff, creo que quedaría mejor otro tipo de luces." Tampoco nos olvidemos de las familias que recorrían las calles con sus hijos, a cada minuto podías oír la voz entusiasta de los más pequeños esperando la llegada de Santa Claus "Creo que deberían dejar de mentirles a los niños."
—¡Sigo sin creer que se terminaran los regalices!
Ranpo era como una pequeña alma de cinco años, enfrascada en el cuerpo de un adulto de veintiséis. Dazai a veces no podía comprender el comportamiento del detective más capaz de la agencia.
—¿Para qué quieres una planta, Ranpo-san?—preguntó Nakajima mientras se envolvía más en su bufanda.
Osamu entendía a la perfección el comportamiento de Atsushi, su subordinado. Podía calificarlo como alguien que dejaba que sus pensamientos más oscuros lo absorbieran, pero era un chico con un alma noble e inocente, sólo necesitaba trabajar más en su autoestima.
—¿Nunca has probado los regalices de dulce?
—No, me tenían prohibido comer dulces en el orfanato.
Inocente, por que su niñez en el orfanato lo privo de experimentar lo que debía vivir un chico con una vida normal. Compáralo con alguien como Kenji Miyazawa, ese niño experimentó una buena niñez con su familia, jugó entre charcos de lodo, se atascó de comida, de dulces, se rodeó de una familia, de amor.
—Mi familia prepara dulces caseros en estas épocas—exclamó el granjero—cuando regresemos de las vacaciones navideñas, traeré una gran caja para toda la agencia.
Kenji era todo lo contrario a Dazai. Mientras que él compartía, Osamu era un tacaño. Kenji sonreía y no era para levantar una fachada.
"En cambio, yo..."
—¡Eres tan amable, Kenji-kun!—sonrió Naomi, mientras ella iba prendada del brazo de su hermano Junichiro—estoy segura que Santa-san te llevará un montón de regalos.
—Creo que Santa-san no sabe dónde queda mi pueblo—contestó el rubio a la vez que colocaba su dedo índice sobre su mentón, tratando de encontrar una respuesta lógica—tal vez se asuste de toda la maleza que hay y se pierde.
Osamu no podía definir cuando fue la primera vez que él dejó de creer en él. ¿A una edad muy temprana? Tal vez antes de los nueve años.
—Es sospechoso que Santa Claus no aparezca en tu pueblo—comenzó hablar Kyoka, después de mantener sus labios sellados desde que salieron de la agencia—quisiera saber que tipo de sitio es, puede que al fin pueda capturarlo si es que queda atrapado entre la maleza.
