23 de diciembre - Parte 2

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Raoul y Agoney están sentados en el sofá, con las piernas cruzadas a lo indio, frente a frente y tapados por la manta más larga que tienen, que alcanza a cubrirles a los dos.

El catalán gesticula mucho mientras le cuenta a su chico todo lo que ha vivido en ese último día de trabajo. Los detalles que tantos meses llevan gestándose y que, por fin, van a ser públicos en apenas dos semanas.

—Querían lanzarlo la semana que viene, pero tuve que decirles que no, porque muchos medios estarán de vacaciones y la promo se me iba a reducir a la mitad. —se queja.

—¿Querían lanzar un single en mitad de las vacaciones de navidad?

—Sí. En mitad de las vacaciones y además con toda la gente centrada en sus familiares y en comprar regalos. No me iba a escuchar nadie.

—Pero, como siempre, les has convencido.

—Sí. —responde Raoul, orgulloso.

—¡Eres su niño mimado! —exclama Agoney, rodando los ojos a modo de broma.

—No, creo que su niño mimado eres tú. —Extiende la mano para que Agoney se la coja de vuelta encima de la manta gigantesca. Y, por supuesto, el canario no se niega.

—¿En serio? ¿Crees que el cambio es por mí? —pregunta, preocupado.

—Claro que ha sido por ti. ¿Quién va a arriesgarse a llevarme la contraria sabiendo con quién duermo por las noches? Supongo que piensan que, si no me dan lo que quiero, te irás a otra discográfica.

—Joder, mi niño... —Baja la cabeza, algo apenado —Por eso no quise formar parte del proceso creativo de tu single. Quería que todo fuera tuyo, que no tuvieran ni una mínima excusa para quitarte mérito a ti.

—Y te lo agradezco, ya lo sabes. Además, me dejaste en manos del mejor equipo del mundo. Son súper trabajadores y me entienden casi sin explicaciones.

—Pero no podemos evitar que mi sombra te sobrevuele todo el tiempo.

Agoney se queda en silencio, pensativo. Desde el principio tuvo claro que quería que el trabajo de Raoul no tuviera nada que ver con el suyo. Pero su mente traicionera le lleva a ese día en el que hizo la primera producción de la canción en el sofá de la suite presidencial. Y no sabe si fue una buena decisión.

Quizás se arrepiente un poco. Si no lo hubiera hecho, quizás nadie hubiera reconocido su sello personal en esa producción y hubiera podido pasar desapercibida su relación en la discográfica. También siente algo que le oprime el pecho al pensar en que el equipo de Raoul lo diseñó él. No del todo y siempre pidiendo opinión al rubio, pero tal vez por querer protegerle y hacerle el camino más fácil, lo que ha hecho ha sido complicarlo todo.

—Ago, te oigo pensar desde aquí. —interrumpe Raoul.

Agoney levanta la mirada y se encuentra con los ojos color miel de su novio. Se le escapa una sonrisa involuntaria, porque no puede creer que sea real. Que conociera a ese chico por casualidad, en el peor escenario imaginable y que nueve meses después esté viviendo con él, compartiendo su vida y a punto de pasar dos semanas enteras de magia en esa casa cálida que ahora, más que nunca, es su hogar.

—Perdón, amor, me cuesta saber que te lo estoy haciendo todo más difícil.

—Ago, por favor, no pienses en eso. Gracias a ti tengo lo que tengo. Gracias a ti me ha fichado una discográfica enorme. Gracias a ti he encontrado a un equipo maravilloso. Gracias a ti tengo en mi ordenador mi primer single producido por auténticos profesionales. Y gracias a ti el mundo va a poder escucharlo en el día exacto en el que yo quería que lo escuchara.

Habla con tanta ilusión que Agoney no puede seguir triste. Se deja llevar en su ola de emoción y sonríe con él. Le acaricia la mano, cierra los ojos y disfruta de la piel suave que rozan sus dedos.

Es feliz.

Tiene a su lado a Raoul. Raoul es feliz. Y juntos van a pasar su primera navidad. Muy diferente a las anteriores.

Pero es que, si están juntos, ya todo es diferente, ¿no?

Segunda ola |Ragoney|Where stories live. Discover now