Capítulo XXVI: El sexo del bebe

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No podía avanzar hacia el futuro si seguía aferrado al pasado, ahí estaba Bianca queriendo entregarse por completo a él y él pegado en el pasado, qué importaba ya, así ya no lo fastidiaba más con sus tonterías, pensó, bien poco que le duró el encanto se decía, después recordaba lo absurdo que fue todo y lo difícil que se lo puso también.

Había pasado un mes desde aquel desencuentro y Bianca se quedó durmiendo en su habitación, solo lo veía en los desayunos y alguna que otra cena, cuando Patricio quería hacer alarde de algún plato que había preparado, el resto del tiempo ella cenaba en su habitación y ellos dos solos en el comedor, ya Patricio había notado el distanciamiento pero no lo mencionaba a ninguno de los dos.

Apenas se hablaban, y en una que otra reunión familiar, había tanta gente que nadie notaba nada. Lejana seguía yendo a la casa y sentándose con las cuñadas de Maximiliano a conversar como amigas, ya Bianca ni las veía. Se quedaba la mayor parte del tiempo sola o hablando con Bruno y sus amigos, se hizo muy cercana a él.

Dante fue el único que notó el cambio entre ellos y se atrevió a husmear un día.

—¿Cómo van las cosas con Max? —preguntó sorprendiendo a Bianca, ella pensó que nunca le hablaría de nuevo.

—¡Normal! —dijo sin querer decir más.

—¡Lo sé! Con él las cosas nunca son fáciles, no es extremadamente controlador contigo, me pregunto porque —dijo.

—¡Por qué no le importo! Solo me embaracé de él y está como obligado a soportarlo pero no me quiere, ya lo sé bien —dijo Bianca que sintió su corazón doler mientras lo decía y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Dante se acercó a ella y la abrazó, ella lloró un rato en su hombro. Él se quedó en silencio.

—¡Lo siento! Sé lo patética que debo sonar y verme —dijo incorporándose un poco.

—¡No eres patética! Estas enamorada de un burro sin sentimientos, es todo, no es tu culpa —la consoló él.

Ella sonrió ante la referencia de él.

—Pero amó a Lejana —observó Bianca.

Dante se quedó en silencio un momento, él sabía que su hermano aún amaba a Lejana y que no era correcto el uso del tiempo pasado, al menos no indefinido.

—¡Las comparaciones nunca son buenas! No digo que él no tenga sentimientos, es solo que para él es difícil, no sé —dijo Dante.

—¡Bueno, no importa! Mañana iremos a conocer el sexo del bebe —dijo Bianca sonriendo de nuevo.

—¡Que bueno! —contestó él.

Maximiliano los consiguió charlando de forma divertida y se sorprendió, se acercó a la habitación en la que estaba pero solo llegó a la puerta, y los miró inexpresivo, Dante lo vio, se levantó y salió sin decir nada, le dedico una mirada reprobatoria al salir y pasar junto a él, era una mirada a la que Maximiliano estaba acostumbrado.

—¡Mañana a las 8 am! —dijo él y salió de la habitación de nuevo.

Bianca durmió mejor ese día, estaba emocionada por conocer el sexo del bebe y porque había podido desahogarse un poco, con un personaje inesperado pero fue útil, no había querido contar nada a Ignacio, mucho menos a Gedalía.

Al día siguiente se preparó y espero que Maximiliano saliera, él conduciría hasta la clínica, allí lo esperaban Flavio y su esposa, luego comerían juntos.

—¡Buenos días! —saludó él.

—¡Buenos días! —respondió.

No hablaron en todo el camino, llegaron al consultorio y pasaron con el doctor Key, que primero les habló sobre el sexo durante la gestación, y ahora los dos se sentían incomodos, no se habían tocado más y no parecía que sucedería más entre ellos.

Ella estaba sobre la camilla esperando conocer al bebe.

—¡Varón! Es un varón, felicidades, van a ser padres de un varoncito. ¿Ya habían pensado en el nombre? —preguntó el doctor.

Ambos respondieron al mismo tiempo, pero Bianca dijo que sí y Maximiliano dijo que no, los dos se miraron y el doctor los miró confundido.

—¡Bueno! Es terreno complicado para todas las parejas siempre, cuesta que se pongan de acuerdo a veces —dijo mientras continuaba.

Maximiliano estaba feliz, de ver al bebe, Bianca notó su expresión y le dolió darse cuenta que era la expresión que tenía junto a Lejana, la amaba, ¿Por qué se engañaba?

El la ayudó a levantarse y vestirse pero no se miraron a los ojos, cuando sus miradas se cruzaban por error, las desviaban de inmediato.

Flavio y Tamara los esperaban afuera, cuando le dijeron el sexo del bebe, se alegraron mucho y los abrazaron.

—¡Vamos a comer y beber algo para celebrar! —dijo Flavio.

—¿Vas a trabajar hoy? —le preguntó Tamara a Bianca.

—¡No! —respondió secamente ella.

—¿Y ese caso de adopción tuyo? —preguntó Flavio.

—¡Va bien! Es lo único que me queda ya, no han querido asignarme nada más porque saldré de reposo prenatal pronto, pero he completado papeleos para otros, mientras tanto —dijo.

—¡Ya veo! —dijo Flavio con seriedad.

Charlaron por un rato, Bianca y Maximiliano ni se veían, Flavio y Tamara eran cariñosos entre ellos y Bianca sintió que era horrible salir así, lo odio y decidió no hacerlo más. Él se dio cuenta de que extrañaba un poco a Bianca, sus tonterías, sus atenciones, ella lo quería y él lo arruinó como siempre, ella exageró con sus pataletas estaba seguro, ya se le pasaría, pensaba.

Cuando ya se iban, Flavio la llamó a parte.

—No sé si deba decirte esto, Max me va a matar, pero no sé qué más a hacer, el día que fui a tu apartamento por los documentos que habías dejado, vi a Flor descompensada, era el niño el que la atendía, y ella pues tenía ciertos síntomas, la lleve a la clínica y le hicimos pruebas y la atendimos, Tamara se quedó con Marcelo mientras tanto.

—¡Me asustas! —dijo Bianca.

—¡Tiene cáncer de estómago! Bastante avanzado, no va a sobrevivir Bianca, en tu estado, no debería decírtelo, hoy no debería decírtelo, lo siento, pero me preocupa el futuro de Marcelo —le explicó.

Bianca comenzó a llorar desesperadamente.

—¿Maximiliano sabe? —preguntó entre llanto.

—¡No! Me va a matar por decirlo ahora y no haberle dicho a él.

Maximiliano se dio cuenta y regresó junto a ellos, vio a Bianca llorando y corrió hacia ella, ella automáticamente se abrazó a él a llorar sin decir nada.

Él se angustió, miró confundido a Flavio que encogió los hombros y negó con la cabeza.

—¿Qué pasó? —preguntó.

Cuando Flavio le contó, Maximiliano quedó hecho una fiera, estaba muy molesto con él por no haberle dicho antes, por decirle a Bianca primero y por decírselo precisamente ese día.

El mismo Flavio tuvo que darle algunos tranquilizantes aptos a Bianca y la observó dormir.

—¡Qué imprudencia Flavio! —lo regaño.

—¡No estaba seguro de cómo iba a reaccionar! Pero debía saber —se defendió él.

Maximiliano se acostó a su lado, la observó dormir y debió reconocer que la extrañaba, extrañaba su abrazo, lo supo porque cuando la abrazó sintió que le volvía el alma al cuerpo, era buena y él no la había tratado bien. La verdad era que no sabía qué hacer con ella.

Ella se despertó y lo miró extrañada. Él le sonrió.

—¡Duerme! Todo está bien —la tranquilizó él.

Bianca se abrazó a él, su cabeza quedó sobre su pecho, podía oír los latidos de su corazón, que se aceleraron, alzó la cabeza y lo miró con sus ojos grises, él la besó en los labios tiernamente, ella lo dejó y se abrazó más a él, fue más profundo dentro de su boca y ella gimió, se besaron un rato de forma apasionada. Él la soltó y con la respiración entrecortada se dirigió a ella.

—¡Duerme! —le dijo y la abrazó de nuevo.

Matrimonio de apariencias amor por convivenciaWhere stories live. Discover now