Capítulo 4

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Dos seguratas nos cogieron a Troy y a mi a la fuerza y nos arrastraron fuera del instituto asta una furgoneta negra. No opuse mucha resistencia pero tampoco caminaba con tranquilidad, aún seguía inquieta y asustada después de ver como esos tíos asesinaban sin remordimiento a una pobre chica. Como entenderéis, no quería acabar así.

Nos soltaron bruscamente en los asientos de atrás y encendieron el coche. Esto parece más un secuestro que un programa escolar.

Nadie dijo nada durante todo el trayecto en coche. Me dediqué a mirar por la ventana preguntándome cómo sería mi vida de ahora en adelante. Troy, sorprendentemente, tampoco dijo ningún comentario fuera de lugar.

A la media hora de trayecto el sueño se apoderó de mi, aunque no se ni como ya que estaba en una posición muy incómoda.

Tres horas más tarde sentí como alguien me removía bruscamente. Molesta, abrí los ojos para encontrarme los impacientes ojos verdes de Troy que me miraban con desprecio. Como si fuese una pérdida de tiempo.

—Babeas cuando duermes.—Dijo Troy con cara de asco.

Avergonzada y con la cara roja como un tomate me lleve una mano a la barbilla donde, en efecto, había un rastro de baba. Me levante despacio, como había tenido el cuello en una mala posición me dolió horrores moverlo y Troy lo notó. Pero el simplemente rodó los ojos y salió del coche.

Unos segundos después, cuando ya me había recompuesto del dolor y la vergüenza que acababa de pasar, salí del coche.

Al salir del coche no pude evitar quedarme impresionada. Estaríamos en algún lugar perdido en medio de un bosque en la montaña, estaba casi segura de que cuando llegase el invierno todo se llenaría de blanco.

Pero eso no era la parte más espectacular. Justo enfrente había una gigante casa moderna pero a la vez rústica que me moría de ganas de investigar. Me moría tanto de ganas de entrar y recorrerla que por un momento olvide el motivo por el que realmente estaba allí.

Al recordarlo, deje de mirar con admiración la casa y me giré para ver cómo Troy no paraba de escribir algo en su móvil sin prestarle ninguna atención a la majestuosidad que tenía delante.

Eso me cabreó bastante, el estaba tan acostumbrado a las cosas caras y bonitas que había dejado de apreciarlas, si es que en algún momento llego a hacerlo.

Pero al final logré esbozar una sonrisa al ver como uno de los seguirá tas que nos había traído le quitaba el móvil de las manos y lo metía en una bolsa. Troy no paraba de insultarle y decirlo como las iba a pagar caro, pero el segurata siguió sacando maletas ignorando completamente al chihuahua rabioso y mimado.

Yo intenté no reírme para no causar más problemas.

Los seguratas llevaron todas las maletas asta el interior de la casa mientras yo entraba corriendo. La puerta principal entraba directamente hacia un comedor rústico y acogedor pero a su vez bastante grande. La cocina , la cual parecía bastante completa, estaba justo enfrente. No había ninguna pared separándola del comedor

"Espero que Troy sepa cocinar, porque yo seguramente acabaré incendiando la casa"—Pensé mientras recorría la sala dando botes.

— ¿Es qué nunca paras quieta?—Dijo Troy rodando los ojos. Pero yo solo lo miré mal y seguí con lo mío. A parte de que sería muy inmaduro seguirle el juego y que ya estaba acostumbrada, íbamos a tener que soportarnos durante tres años. Así que ya podía ir acostumbrándose.

La casa tenía cinco habitaciones, algunas más grandes que otras. Pero todas tenían su baño propio y estaban similarmente decoradas.

Troy entro en la primera que pillo y se encerró ahí para toda la tarde. Como no pensaba dormir en la misma habitación que él, escogí una con un gran ventanal que tenía vistas al bosque y a una cascada que caía a lo lejos por unas montañas. Me apunté mentalmente que sí o sí iría a visitarlas algún día.

Baje por las escaleras hacia el comedor donde los seguratas nos esperaban, sin embargo, Troy no apareció.

—Las llaves de la casa están en la encimera de la cocina, no os preocupéis por la comida. Dentro de la nevera ya tenéis para dos semanas, aún así, cada mes vendrá una camioneta con más comida.—Explicó uno de los seguratas.

—No podéis alejaros mucho de las casas, si lo hacéis, lo más probable es que muráis de hipotermia por las noches ya que las temperaturas descienden radicalmente y que os perdáis en el bosque. No hay civilización alguna en un radio de 320km. — Continuó el segundo segurata.—Aún así, lleváis implantado un chip en vuestro brazo izquierdo que nos manda vuestra posición en todo momento.

—Recordad que si pasan los tres años y aún no os habéis procreado, estaremos obligados a condenaros a muerte. Si tenéis cualquier otra duda, pulsar ese botón que está al lado del sofá y uno de los trabajadores os atenderá.— Finalizó el segurata para después salir pon la puerta sin siquiera despedirse o dejarme hablar.

Mire por la ventana y vi como la furgoneta iba desapareciendo lentamente en la distancia. Suspire pesadamente cuando desapareció completamente y subí corriendo las escaleras hacia mi habitación.

Me puse a deshacer las maletas, las cuales tampoco contenían mucha ropa, solo los escasos conjuntos de alguna talla más pequeña que el orfanato me había suministrado. Pero al abrir los cajones me lleve una sorpresa. ¡Estaban llenos de ropa!

Feliz por que por primera vez tenia más de tres conjuntos es el armario, me puse un pijama cómodo y baje al sofá. Ya se estaba poniendo el sol y me entró hambre. Cuando me di cuenta de que ese día tampoco había comido el hambre se hizo insoportable.

Me dirigí a la nevera donde me di cuenta de que lo único que sabía preparar sin incendiar algo era un sándwich. Como no me apetecía llamar a Troy, no me quedo otra que comerme un sándwich de jamón. El cual estaba muy rico por cierto.

Después de cenar subí a mi habitación, me timbre en la cama y me quedé mirando el techo, el día siguiente iba a ser un día muy complicado.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2021 ⏰

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