Leonard Milton era, en muchos aspectos, heredero del espíritu de su abuelo. Apasionado por las historias de aventuras que había escuchado durante toda su vida, se sentía especialmente estimulado, a sus 12 años de edad, a ser un émulo de su inquieto ascendiente. Si bien tendría que empezar por algo, y era ese "algo" lo que andaba buscando. Su hermana Rose y sus primos Jonathan y Anna no se quedaban atrás. Desde muy pequeños, los cuatro eran una habitual fuente de dolores de cabeza en el hogar con sus múltiples travesuras, aunque lo compensaban bastante dado que eran chicos inteligentes y de buenas notas, siendo considerados entre los mejores de su escuela. Así que para la abuela Martha, quien ejercía como matrona de la mansión y a la vez principal cómplice de los niños, ellos cumplían fielmente su máxima norma "si con los estudios te llevas bien, tienes derecho a portarte mal de cuando en cuando".