Ellos fueron separados y encarcelados en los confines de los mundos en su propia pesadilla personal. Ellos no saben lo que hicieron, sólo oyeron susurros que acusaban a padre de ser un embustero y a ellos de ser monstruos. En sus días malos John todavía puede sentir la espada entre sus fauces y las cadenas en su cuerpo, en sus días buenos escucha los ecos de gritos impotentes.