Hay gente convencida de que escribimos nuestra propia historia, pero eso es difícil de creer cuando vives en un mundo en el que naces con una pequeña gran parte de tu sino escrita en la propia piel: las primeras palabras que escucharás de la boca de tu alma gemela. La mía era una frase bastante absurda y desde luego, nada romántica: "Que te den a ti también".