Un par de años atrás, en uno de los más prestigiosos colegios privados de El Salvador, un joven adolescente, se suicidio después de años de sufrir agresiones verbales, físicas y psicológicas por parte de sus compañeros de estudio. Antes de cometer el acto, llamó a su madre para hablar pero ella le respondió que se encontraba sumamente ocupada en el trabajo. Sin más a quien llamar, este chico procedió a tomar la pistola de la casa y se pegó un tiro en la sien, muriendo de inmediato. Esta es la historia de lo que pudo haber pasado, si alguien, en ese escuela lo hubiese defendido o ayudado. Esta es la historia de lo que pudo llegar a ser la vida de ese adolescente después de desistir de su suicidio. Esta es la historia, que en la actualidad sacuden a muchos estudiantes, en nuestras escuelas y colegios. Y de cómo con solo decir: Basta ya, el acoso se frena. Esta es la historia de cómo muchos maestros, alumnos, profesores y padres de familia, son cómplices de esta situación, sin que nadie logre hacer el más mínimo esfuerzo por las víctimas.
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