Quizá había cometido un pecado. Quizá, había separado a dos almas que se amaban. Quizá habían roto dos corazones y los habían condenado a la soledad, al dolor y a la desesperación. Quizá se había ganado el odio de su hija para siempre. Pero en ese momento estaban seguros de que la habían salvado.