Y de repente esas voces molestas, curiosamente parecidas a la de su profesor, volvieron a sonar en su cabeza, gritando con vehemencia "¡bésalo!". Y se dio cuenta de que no tenía escapatoria.
Y de repente esas voces molestas, curiosamente parecidas a la de su profesor, volvieron a sonar en su cabeza, gritando con vehemencia "¡bésalo!". Y se dio cuenta de que no tenía escapatoria.