[48] El Ultimatum

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Haber caminado de un lado a otro fue algo que realmente le puso los nervios en punta. No podía siquiera decir algo para demostrar su grado de enojo, y no precisamente por liberar el lio que había en su mente, sino porque no dejó de pensar en lo que vio el día anterior, sí, podía verlos caminar de un lado a otro, ver sus expresiones y hasta entender el tono en que le hablaban más no tuvo fuerza de contestar a todo lo que pasaba.

Su mente estaba muy sugestionada en demasiados problemas como responder con una clase de demanda.

Todo no fue increíble si lo ponía en el contexto en que se desató lo impensable, pero mitigar que lo asombró casi la dejó noqueada, tal vez sería la mentira más grande que pudo haber dicho hasta el momento, eso sí, después de lo acontecido únicamente se desmayó y logró levantarse completamente bien como si nada hubiera ocurrido por lo que al oír ese teatro de reclamos fue el caso omiso más grande que hizo. Su mente aún seguía embaucada a muchas cosas, especialmente porque ese personaje quedó estampado, literalmente, en sus memorias como para desecharlo como sin nada, pero a la vez su corazón le latió el desprecio que sentía hacia su persona por lo que hizo, de modo que en términos de culpables..., ella no era la única que cometió una falta.

Aun así, su razón volvió en el momento en que las puertas de ese despacho se abrieron de par en par dejando a la vista a tres personajes, hecho que llevó a Radamanthys, Pandora y Aspros a dejar de hablar como jueces condenando el comportamiento de la chica; sin embargo, no fue hasta que la misma Alhena vio que el dios era escoltado por Thanatos e Hypnos, ambos vistiendo con sus propias armaduras divinas.

Pero, aun así, Alhena quedó impactada por la belleza del dios al que tanto quiso ver, aunque no de esa manera así que ese hecho fue bastante..., impresionante.

—Ni se te ocurra—amenazó Aspros en el preciso momento en que el dios se atrevía a dar un paso ante la chica, la cual seguía sentada frente al escritorio de aquel despacho—, le pones un dedo encima y será lo último que hagas.

—Déjennos solos, por favor—pidió Alhena al ver la mirada solemne del dios—, tengo asuntos personales y privados que hablar con el señor Hades, y creo que él también desea lo mismo.

Ella lo esperó una vez que supo de su encierro en el salón donde los demás dioses se habían alojado, de hecho, habían sido demasiadas horas en espera y con ello la tensión entre ambos creció aún más. Aspros dudó tanto en dejarla sola, no se fiaba en lo absoluto en Hades, más aún con presentarse con su verdadero cuerpo que, según las leyendas, lo veneraba tanto como para impedir sacarlo de los Elíseos, de modo que era demasiado terrible la situación como para que él mismo apareciera.

Y Hades no parecía tener ni un ápice de paciencia porque tan solo chasqueó los dedos y ambos dioses gemelos hicieron lo que él ya les había ordenado hacer, de tal manera que Pandora, Radamanthys y Aspros desaparecieron junto a los Hypnos y Thanatos. Si había algo que discutir, únicamente era entre ambos, como debió de ser, cara a cara y sin ninguna clase de interrupción.

—Bien, te escucho, supongo que deshacerte de ellos es porque es algo serio que discutir ¿no es así? —se acomodó en el asiento, se cruzó de piernas y no parpadeó bajo ningún motivo ante ese ser—. Pero antes que nada debo admitir que me sorprende ver que usas tu verdadero cuerpo, no eres nada de lo que imaginé.

—Tus halagos vacíos e hipócritas déjalos para otro momento—el dios caminó hasta quedar a unos metros de la chica, confrontándola con la mirada—. He tratado de mantenerte con vida y haces la peor estupidez de todo el tiempo que llevas aquí, ni siquiera la presencia de ese bastardo que cargas en el vientre ha sido un problema como lo que hiciste ayer.

—No te atrevas a insultar a mi hijo, no tengo el mismo tacto sumiso que tus espectros.

—Te hablo como quiera porque eres una simple humana que está sujeta a vivir por mi voluntad—estiró la mano para jalarla del brazo provocando que ella casi cayera de la silla más no mermó su expresión de ira—. No te creas lista cuando tu estupidez acaba de complicar la situación llevándonos a un problema mayúsculo.

[Finalizado] A través del Tiempo [Temporada 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora