Día 4

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Día 4: Protección

"Para un mago, querer significa proteger en todos los sentidos posibles. Quien inventó los hechizos de escudo quería proteger a alguien que amaba"

Lily lo vio en funcionamiento ese mismo día. James había lanzado uno de esos molestos hechizos que haría que Severus colgase cabeza abajo en el aire. El amuleto cuadrado en el bolsillo de su pantalón se iluminó incluso a través de la tela, y los que estaban más cerca percibieron la onda expansiva del contrahechizo.

Cuando parpadeó, Severus seguía de pie, con sus libros contra el pecho, y un atisbo de sorpresa en el rostro.

James era el que colgaba cabeza abajo, en calzoncillos solamente. Soltó una maldición y gruñó, mientras un aún más asombrado Sirius intentaba bajarlo, y Remus lo regañaba.

Severus aprovechó de huir lejos de los chicos. Lily se quedó donde estaba, con la varita en mano todavía. La había sacado cuando vio que James y Sirius iban a fastidiarlo de nuevo; parecía que no sería necesario interferir a partir de ese momento.

Miró de reojo hacia un lado y notó que Regulus había alcanzado a Severus en el pasillo, y le preguntaba algo. Severus sacudía la cabeza a lo que fuese que le dijo y buscaba en su bolsillo el amuleto que le entregaron esa mañana.

Bueno, no se podía decir que no era un obsequio práctico.

Cuando James se dio cuenta de que Lily estaba cerca, se puso rojo y comenzó a mascullar. Sirius jalaba sus brazos para bajarlo, ya que el contrahechizo no surtió el efecto deseado.

Lily rodó los ojos y se marchó. Seguramente eso le enseñaría una lección, y con suerte, no volvería a molestar a nadie.

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El de Remus fue un poco más sutil, lo que era increíble considerando quién se lo entregó. Lily se dio cuenta de que lo llevaba puesto durante la cena; un brazalete delgado con una combinación de colores de Gryffindor.

Remus hablaba con sus amigos y se percató de que Lily lo observaba de reojo. Un ligero sonrojo le cubrió el rostro. Apenas los chicos se distrajeron, le enseñó el brazalete a Lily.

—Es de…de los regalos que he estado recibiendo —susurró.

Lily no pudo evitar sonreír y tocar el brazalete, tan encantada como si no lo hubiese visto por la mañana, antes de que Sirius lo deslizase dentro de uno de sus libros.

—Es muy bonito, Remus. ¿Hace algo?

Sirius no le contó esa parte. Cuando llegaron a tal punto, adoptó una expresión mortificada y balbuceó algo que sonó a "sí, sí, eh, es…eh…".

Le resultó curioso que Remus tuviese la misma reacción.

—Ah, sí, es…ah…hace…

Lily arqueó las cejas y dejó que desviase el tema, ya que parecía que entraría en combustión espontánea en cualquier segundo.

Esa noche era de luna creciente, por lo que cuando los chicos estuvieron en su dormitorio, Remus observaba el brazalete que se había tornado en diferentes tonos de azul.

Solía sentirse tan inquieto en las noches así, cuando se acercaba la luna llena. Pero no esa. Una sensación de tranquilidad era enviada desde el brazalete hacia su brazo y luego al resto de su cuerpo.

El lobo dentro de él se sentía en paz.

Remus se tendió de lado y se dedicó a repasar el brazalete con el dedo índice. No se daba cuenta de que sonreía.

Ya lo había descubierto. Era muy obvio.

CortejoWhere stories live. Discover now