Auron, el chico callado de clase que prácticamente solo saben de él su nombre, luego está Reborn, el chico con más amigos de la escuela aparte del más conocido.
Un proyecto juntos en clase hará que su visión de ambos cambiase totalmente.
-¿Ibai has cocinado ya la hamburguesa?- preguntó Aroyitt con impaciencia.
- Ehhh - no sabía explicar que se la había comido y la siguiente era para uno de sus perros -¡No, no hay platos!
-¡Yo no me puedo encargar de eso!- anunció Zellen.
- Siempre Mario... A la próxima le toca a Auron.
- Ni lo sueñes cabrón - le espetó desde fuera atendiendo a los clientes.
-¿Sabéis? Mi hermano odia la Navidad... Es como el Grinch - Pato subido en el pequeño escenario entretenía a la gente, aunque no lo hacía todo el tiempo, pero esta vez hablaba de su hermano, Pol.
Los del local se iban turnando todos los viernes en la noche (hoy no era viernes, pero un especial de las fiestas de la ciudad) para intentar hacer más amena la cena y hoy era turno del Patito.
Este era el trabajo de Auron, algo simple, pero gracias a sus compañeros era todo lo que necesitaba en ese momento.
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- Y...¿Pasas mucho tiempo sola?- decidió preguntar Reborn a la niña en su casa.
- Casi toda la tarde - contestó sin darle importancia - y por la noche viene muy cansado como para hacerme caso, yo lo entiendo.
-¿No te molesta?- preguntó de nuevo - digo, tu padre te descuida.
- Él no me descuida - contestó Sara algo molesta por esa confusión - él me despierta, me lleva a la escuela, me recoge de ella y me acuesta.
- Eso es poco para ser tu padre.
- Pero lo hace por los dos, gana dinero trabajando - la niña quería dejarle claro a ese chico que tenía razón -¿Tú trabajas? No, te lo dan todo tus padres niño mimado de los cojones.
-¡Tranquila, solo preguntaba!- levantó las manos en señal de rendición - puedes contarme más, os haré la cena.
- Sé que a mi padre no le gusta la vida que tiene, y que le gustaría terminarla - coloreó un pequeño dibujo de ellos tres que pegó en el frigorífico - pero finge que le gusta y sigue adelante por mí, y yo finjo no saberlo.
El chico se quedó mirando a la pequeña con pena, se la veía muy madura para su edad.
-¿Y tus abuelos?- decidió preguntar con suavidad.
-¿Abuelos?- la niña miró con confusión a Reb hasta que se acordó de algo - ahh, eso... No sé, los vi una vez creo.
-¿Y después?¿Qué pasó?- el chico había llegado a un punto que se había sentado en el suelo con la niña enfrente suya.
- Todo fue raro... Papá vino llorando y me dijo que no volviera a preguntar por ellos, que nunca había tenido abuelos y que nunca los tendré, como solo los vi ese día no me quejé - Sara explicó recordando ese día - ahora me da pena porque todos los niños tienen uno, pero creo que están muertos sinceramente.
