2.

1.8K 132 78
                                    

...

No era posible lo sexy que se podía ver sin hacer una mierda. Su cabello negro, sus delgadas y tonificadas piernas, su trasero...

Estoy enamorado de ella, pero quiero verla sufrir. Quiero que llore, que gruña, que grite.

Tal vez por mí.

Sí.

Que sea por mí.

Estaba sirviendo algunas bebidas en una mesa. Lo hacía con delicadeza, seguro sintiendo mi mirada en ella. Era mi presa. Mi puta presa. Solo mía.
Jugué con mi cabello y acomodé mis piernas en la inmensidad de aquel sofá de cuero negro. Encendí un cigarrillo y lo coloqué en mi boca deseando que fueran sus malditos y casi perfectos labios. Quería odiarla, quería insultarla, quería invitarla a mi red de engaños, quería empujarla de al lado de dos hombres y golpearla por su cercanía hacia estos.
¿Acaso no entendía que no estaba disponible de hacer lo que quisiera?

Ella se resistía como la idiota que era. La odiaba por ser tan imbécil. La odiaba por estar en mi mente, la odiaba por ser tan atractiva. La detestaba por sus modales, la detestaba por sus malditos ojos que me persiguen incluso dormido, la detestaba por ser tan inalcanzable.
No se fijaba en mí. Pero iba a hacerlo.

Noté como caminó hacia la cocina dejando ver debido a su paso la parte alta de sus piernas. Ella adoraba esa falda, yo la odiaba. No permitiré que la siga usando a menos que sea para mí, claro.
Tomé un sorbo de ron en mi clásica copa de vidrio y la seguí, limpiando la comisura de mis labios con mi pulgar.
Empecé a recorrer dicho bar buscando rastros suyos, algo que me ayude a encontrarla preferentemente sola, sino ella y su compañía me la pagarían.

Adiviné. Jamás estaba con alguien. Estaba en el baño mojando su rostro. Las gotas resbalaban por su maldita y perfecta nariz. Apreté mis puños. Era tan jodidamente atractiva que me daba furia. Me acerqué bruscamente hacia ella tomándola de la muñeca.

-¿Qué le pasa?- Se sacudió pero no lograba soltarse. Su rostro se ponía rojo de la fuerza que hacía, pero no conseguía nada. Lo único que provocaba es mis ganas de tener sexo con ella. Que grite, que gruña, que llore, quien sabe. -¡Basta, John!- Esa era la gota que colmó el vaso. Estampé mi mano en forma horizontal contra sus labios y la mantuve ahí. Sus ojos me miraban con odio.

-¿Basta qué? Yo debería decirte basta, Jadelyn. Esa falda, esa forma de peinar tu cabello, claramente coqueteabas con aquellos hombres-. La miraba de arriba abajo. Estaba increíble. No podía estar más enojado. Negó debajo de mi mano con su cabeza. Movía sus piernas, aún quería librarse de mí. -Podría hacerte lo que quisiera y aquí mismo. Digo, ¿te has visto? Estás que provocas-. Comenté. Sus ojos largaban lágrimas, rímel se corría por sus mejillas y ensuciaban su rostro.

-¡Váyase a la mierda!- Gritó y una patada dio directo en mi zona baja. Caí de rodillas al suelo pero no solté su muñeca. Era mía. -¡Lo odio, John!- Tomé su tobillo en un hábil movimiento y la tiré al suelo boca arriba. Me puse sobre ella y su rostro era tan perfecto que solo quería destruirlo. Su cuello pedía a gritos ser mordido. -¡Basta!- Su voz ahora era más gruesa, haciéndome tragar saliva.

-Eres tan jodidamente molesta. Te haría de todo. Sigue tratándome de usted y no te dejaré ni una puta noche-. Intenté morder su labio inferior, de hecho lo hice, la hice sangrar un poco. Chillaba, pero no me interesaba. La quería, la poseía, era todo tan perfecto.

-¡Que me suelte!- Vociferó y el ruido ensordecedor de un objeto de vidrio me espabiló. Un dolor agudisimo me invadió al dar en la parte alta de mi cabeza. La frialdad del agua mojando mi espalda me espabiló. Lo último que ví fue su rostro asustado y arrastrándose hacia atrás, incapaz de pararse.

𝓔𝓷 𝓵𝓸𝓼 𝓽𝓮𝓳𝓪𝓭𝓸𝓼 ~  Tori Vega (+Jade West) Where stories live. Discover now