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—Y entonces caminó hacia donde yo estaba y juro que podía ver un aura brillante color dorado alrededor suyo —suspiró dramático y se tiró para atrás cayendo de espaldas sobre su cama siendo observado por YoonGi quien no sabía qué expresión exactamente poner, ¿tanto así le gustaba?—. Siento que el mundo tiene más color cuando él está alrededor.

—Man, ¿pero vos estás enamorado o estás drogado? —Min preguntó seriamente con el ceño fruncido. HoSeok le lanzó una almohada enfurruñado.

—Sos un pesado, cuando alguien te guste así, yo también voy a burlarme de vos —le amenazó señalándole con el índice mientras sus mejillitas se tornaban de un color rosáceo sobre su bronceada piel.

—Oh por favor, como si alguien me fuera a gustar —puso su mejor mueca de asco—. No pienso malgastar mi tiempo en alguien de esa manera.

—Oílo —se burló HoSeok—. Ya puedo verte con un alfa —se tiró a su lado y juntó sus manos para seguir su teatro—. Y verte pedirle mimitos con pucheritos —se burló con una voz chillona mientras parpadeaba torpemente y abultaba sus labios como pidiendo un besito.

—Quítese de acá, caramba —le echó de la cama de una patada, y HoSeok aunque se golpeó la frente contra el suelo frío de madera no contuvo para nada su carcajada.

—Y te va a dar tanta vergüencita pedirle un besito que te vas a poner todo rojo. —Min rojo de ira y vergüenza agarró una almohada y arremetió contra su menor al que casi le da un patatús de la risa al ver cómo su mejor amigo estaba sonrojado hasta las orejas.

...

En el receso, NamJoon se acerca a YoonGi mientras mordisqueaba una barra de chocolate. Kim se sienta al lado de Min a observar cómo escribía y borroneaba en su libreta de hojas amarillas.

YoonGi acostumbraba a pasar los largos recesos en el jardín trasero de la universidad, es un sitio realmente maravilloso, atiborrado de grandes y frondosos árboles, con todo tipo de plantas florales distribuídas en el lugar, desde rosas hasta penachos, enredaderas e incluso plantas carnívoras. La universidad incluso cuenta con un pequeño invernadero donde habitan más de cien especies diferentes de orquídeas, el viento que pasaba por ahí se siente tan mágico que no puedes evitar ser trasladado a una dimensión encantada. Sin embargo, el lugar favorito de Min en ese sitio es la mesada larga de acero pintado de un gris tan metálico que parecía un espejo, colocada justo debajo de un mandarino.

Kim NamJoon, un omega alto, moreno y con una manera de pensar muy atractiva se había convertido en un gran amigo del omega Min desde sus primeros días de universidad. Como todo el mundo, tuvieron sus diferencias y pequeñas peleas, enojos infantiles y cosas desparramadas a lo largo de la habitación que terminaban siendo recogidas por ellos mismos segundos después ante la mirada molesta de HoSeok, quien minutos antes del estallido de la batalla había terminado de ordenar y limpiar el lugar. Al final del día siempre hacían las paces y volvían a llevarse de maravilla, nunca tuvieron una pelea por la que no se disculparon al rato.

—Hola —Saludó Min sin apartar la mirada de su escritura, su mano movía con certeza y cierta elegancia el lápiz de grafito sobre la hoja de papel amarillenta. Por alguna extraña razón, ese color amarillento le ayudaba a canalizar y ordenar mejor las palabras en su cabeza, funcionaba para su cerebro algo así como el catalizador de una reacción química.

—Hi man, what's up? —respondió Nam, masticando el chocolate de una manera que dejaba ver sus hoyuelos durante ciertos movimientos de sus mejillas.

El lápiz dejó de arrastrarse sobre la superficie amarilla y los ojos avellanas miraron los grises del recién llegado.

—¿Necesitas algo, bro? —YoonGi se apartó unos centímetros de su hoja y le prestó su total atención a su amigo. Embriagándose con su dulce aroma a uvas que siempre le recordó al sabor del jugo envasado de la misma fruta.

Damasco - JimSuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora