capitulo 9

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Cuando llegamos, hay algunos niños en el parque. Pero Moroha no se les acerca. Se dirige directamente a los columpios vacíos, y Inuyasha la sigue porque ella quiere que la empujen. Los sigo, sosteniendo a la princesa Twilight Sparkle contra mi pecho, ya que Moroha no quiso dejarla en el auto. Dijo que se sentiría sola allí sin nosotros. En el parque, reconozco a algunos de los padres de la escuela de Moroha. Los saludo con un gesto, pero no me acerco a hablar con ellos como lo haría normalmente, ya que no quiero tener que responder a las preguntas incómodas sobre Inuyasha, y opto por sentarme en el banco cerca de los columpios. Inuyasha se pone una gorra que sacó de la guantera.
—Por si acaso — me dijo. Espero que no lo reconozcan, ya que no quiero que las personas pregunten por qué está aquí conmigo y con Moroha. Pero sé que es una ilusión de mi parte. Inuyasha se destaca. Con su gran altura y cuerpo, es ineludible. También tiene un aura que solo atrae a la gente hacia él. Y no ayuda que sea increíblemente guapo. Bueno, no me ayuda en este momento. Es fácil recordar todas las razones por las que me enamoré de este chico y olvidar todas por las que no estamos juntos ahora. Lo miro con Moroha. Quien está en el columpio, y la está empujando. Se ríe y dice:
—¡Más aliba, Inulasa! ¡Más!
—No demasiado alto, Moroha —dice en voz alta la madre preocupada en mí. Inuyasha asiente hacia mí, diciéndome que lo tiene controlado. No de una manera horrible. Más como pidiendo que confíe en él. Y voy a tener que confiar en él con mi... con nuestra hija. Es simplemente difícil. He estado criando a Moroha sola durante los últimos cuatro años. Va a ser difícil, dejar que tenga algo que decir al respecto. Pero tengo que hacerlo. Y este es el comienzo de esto.

—¡Deslízate ahora, Inulasa! —moroha salta del columpio antes de que se detenga, causándome ansiedad. Corre hacia el tobogán, el cual está más cerca de los padres. Puedo ver la forma en que lo miran, especialmente uno de los papás, como reconociendo a Inuyasha. Y, si no han descubierto quién es, entonces Moroha lo llamará por el nombre de Inuyasha. No es un nombre cualquiera. Observo en tanto hablan entre ellos. El padre mira de reojo en dirección a Inuyasha mientras sigue a Moroha, moviéndose del tobogán a la calesita. Traernos aquí probablemente fue una mala elección de mi parte. Olvidé lo famoso que es ahora. Pero entonces ¿a dónde podemos ir y no arriesgarnos a que lo reconozcan? Esta va a ser la parte difícil. Mantener en secreto quién es Inuyasha para Moroha hasta que sea el momento de que se lo digamos. Pero tengo la sensación de que decirle a Moroha que Inuyasha es su padre tendrá que ser mucho antes de lo que prefiero. Me levanto del banco y camino hacia ellos en la calesita. Cuando me acerco a Inuyasha, quien se está riendo de algo que Moroha acaba de decir a medida que da vueltas mientras la hace girar, me acerco y digo:
—Te han identificado. —Sacudo la cabeza en dirección a los padres.
—Sí. Lo imaginé —susurra. —¿Te quieres marchar? Sacude la cabeza, mirándome a los ojos.
—No. Quiero quedarme aquí hasta que Moroha esté lista para irse.
—Oh, bueno, en ese caso, estaremos aquí todo el día. ¿Cierto, Moroha bebé? —digo. Sonríe.
—¡Me encanta el palque! —chilla mientras gira junto a nosotros—. ¡Sigue girando, Inulasa! ¡Más rápido!
—No demasiado rápido, o vas a vomitar. ¿Recuerdas la última vez?
—Vomité —dice a Inuyasha, con una expresión sombría en la cara—. Comí un helado y la abuela Kaede me hizo girar lápido.
—Helado de chicle azul —cuento—. No fue una vista bonita. Él se ríe profundamente, un estruendo en su pecho.
—Me alegro de habérmelo perdido —dice. Entonces, un destello de dolor cruza su frente ante sus propias palabras. Quiero decir algo para que se sienta mejor, pero no sé qué. Y luego somos interrumpidos por una voz detrás de nosotros.

—Oye, hombre. Con Inuyasha giramos hacia la voz, hallando al padre que lo miraba. —Lamento molestarte... pero ¿eres Inuyasha Taisho? Inuyasha sonríe. Es forzado, pero tendrías que conocerlo tan bien como yo para saber eso.
—Sí —dice. La expresión del hombre se ilumina.
—Ya me lo imaginaba. Dios, hombre, no lo puedo creer. Soy un gran fanático. Solía boxear cuando era más joven; nada como tú, por supuesto. Eres increíble.
—Gracias. Lo aprecio —contesta Inuyasha.
—¿Estaría bien si me saco una foto contigo? Solo miro a Inuyasha. Me doy cuenta de que no quiere. Pero sé lo que va a decir. Él mira a Moroha que está esperando en la calesita, la cual se ha detenido. Tiene una expresión curiosa en el rostro.
—Solo será un segundo ¿de acuerdo? Ella asiente pero no dice nada. El hombre saca su celular del bolsillo y me lo ofrece.
—¿Te importaría? Agarro el teléfono y saco la foto. Luego, se lo devuelvo. —Gracias —dice—. Lamento interrumpir —nos dice a todos—. Y buena suerte con la pelea con Dimitrov —expresa a Inuyasha—. No es que lo necesites. Calculo cinco asaltos, como mucho.
—Gracias, hombre —dice Inuyasha. Luego, se vuelve hacia Moroha—. Lo lamento, Moroha. Bien ¿quieres que te siga empujando o vamos a hacer otra cosa? Ella no responde. Lo mira fijamente, con la cabeza inclinada, como cuando está tratando de resolver algo. Por una fracción de segundo, mi corazón se detiene ya que me preocupa que haya descubierto que es su papá, lo cual es una locura. No hay manera de que se pueda dar cuenta de eso. ¿Verdad?
—¿Por qué ese homble se quería tomar una foto contigo, Inulasa? —Bueno... —Parece estar luchando con cómo responder. —inuyasha tiene un trabajo que a veces lo hace aparecer en televisión —le digo. —¿Como la plincesa Twilight Sparkle? —Algo así, pero diferente —respondo.
—¿Diferente, cómo? —pregunta, estirando la cabeza para mirar a Inuyasha.

Se agacha frente a ella, de manera que la puede mirar a los ojos. —Bueno, soy un boxeador, Moroha. Frunce su ceño.
—¿Pero pensé que eras caltero? Su labio sobresale en la esquina, formando su media sonrisa, su marca registrada.
—Ese era mi otro trabajo. Pero mi trabajo principal es el boxeo. —Entonces... ¿eres un boxer? Inuyasha contiene una carcajada.
—Un boxeador, un luchador —le explica.
—Pelear es malo. —Frunce el ceño—. Mami siempre me dice eso.
—Tu mamá tiene razón; pelear es malo, Moroha. Pero hay algunos casos en los que está bien.
—¿Pol ejemplo?
—Bueno, cuando se trata de un deporte, como lo es el boxeo. Me pongo guantes y me meto en un ring de boxeo para luchar contra otro boxeador. Hay un árbitro para asegurarse de que estamos bien. Y los médicos están a la espera en caso de que uno resulte herido.
—¿Te lastimas? —Sus ojos se abren ampliamente, y la preocupación en su rostro causa un tirón de mi pecho.
—No —dice, suavizando su expresión—. Soy el mejor. Y, cuando eres el mejor como yo, nadie se acerca lo suficiente como para lastimarte. Esas palabras hacen eco en mi mente, y las creo profundamente en mi interior. No me puedo imaginar a nadie lastimando a Inuyasha. Y no me refiero solo físicamente. 

Ruin (Adaptada) (InuKag)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora