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─Me voy a morir si me meto en esa fiesta ─dijo Han Jisung, dándole una mordida a sus galletas─. Suena bastante tentador, de hecho.

Felix se dedicó a rodar los ojos y seguir sacando el cesped debajo de él. Los chicos se encontraban hablando sobre diferentes temas que, en su mayoría, no tenían sentido alguno. Hasta que llegaron al de la fiesta que daría inicio el viernes por la noche. Lee Felix no se consideraba un fanático de éstas, más que estar entre tantas personas, bebiendo, coqueateando o simplemente bailando, le gustaba la idea de pasar tiempo con sus amigos, no de andar de fiesta en fiesta. No obstante, había llegado a un punto de su adolescencia en donde estaba seguro que necesitaba distraerse. Dejar de pensar tanto y comenzar a actuar o simplemente olvidarlo todo.

El problema es que no se atrevía a hacer ninguna de las dos.

Su vida se había vuelto tan confusa en los últimos meses. Y, según su madre, era normal que se sintiera de tal manera, sobre todo a esa edad tan complicada. No entendía completamente, pero prefería creerle, ella siempre tenía la razón en todo. Incluso aquella vez que le dijo que el amor de los diecisiete años es el más fuerte a cualquiera que haya existido antes o cualquiera que venga después.

Y bueno, muchísimas cosas tenían sentido si tomaba en cuenta las sabias palabras de su madre.

─Me estresan las clases.

─Chenle, eso ya está muy usado. Sólo di que quieres irte de fiesta para desobedecer a tu papito hermoso.

El chino le mostró el dedo del medio.

─No me conviene, la última vez dijo que me iba a hacer dormir con el perro, ¿pueden creerlo? ─bufó, haciendo una mueca exagerada─. En serio es el peor papá del mundo.

─Se preocupa por ti ─Felix frunció el ceño.

─No quiere que me pase lo mismo que a él ─Chenle habló con la boca llena y riendo─. Piensa que voy a dejar embaraza a una chica.

─¿A qué edad te crearon?

─Dieciséis.

─Con razón... ─Han Jisung terminó riendo con su mejor amigo, mientras Felix negaba con la cabeza y suspiraba. Jamás iban a cambiar.

Siguió haciendo lo mismo de antes; escuchar a Chenle y Jisung ser los raros que eran desde que se conocieron y maltratando el pobre cesped que no tenía la culpa de su estrés oculto. Le sorprendía la capacidad que tenían para hablar sobre cosas que los demás ni imaginaban, siempre convirtiéndolo todo en humor y riéndose de sus propias estupideces. Ni siquiera sabía por qué había aceptado compartir con ellos después de las clases, si sabía que ambos iban a terminar así y Felix... en su propio mundo.

Y así fue hasta que las palabras del chino lo hicieron levantar su cabeza y entrar en pánico.

─Oh, miren ─dijo señalando detrás de Felix y limpiándose las lágrimas que mojaban su pálido rostro; las cuales fueron causadas luego de una sesión de risas incontrolables─. Ahí vienen estos desgraciados... ¿Jeno y Changbin están fumando juntos? Ya parecen estufas.

─Está claro quiénes van a morir primero.

Chenle miró a Han como si hubiese dicho el mejor chiste del mundo entero.

─¿Bromeas? Si vas a ser tú con la cafeína y el alcohol que tomas.

─No estamos hablando de mí ─ahora fue el turno de Jisung de enseñarle su dedo favorito─. Además, de algo hay que morirse.

El chino prefirió ignorar las palabras recién dichas y se dedicó a mover su mano de un lado a otro, intentando llamar la atención de los cuatro chicos que se encontraban a unos metros de ellos. Mientras tanto, Felix estaba experimentando por primera vez en su corta vida, los deseos de cortarle una extremidad a sus amigos para luego dársela de comer a los perros callejeros.

Rebel Babies (En edición)Where stories live. Discover now