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─¿Cómo se siente?

─Extraño... definitivamente ─Mark repasó su mirada por la habitación. Volver a sentarse en su cama después un largo tiempo, ver una vez más su estante de libros, la televisión, su escritorio donde se mataba día y noche estudiando... se sentía como un completo desconocido.

Como si todo el tiempo anterior al accidente no hubiese existido en lo absoluto.

Donghyuck hizo un gesto que no supo cómo interpretar y se sentó a los pies de la cama, mientras lo observaba. Sólo entonces notó sus sudaderas en el mismo lugar. Tomó una al azar y bastaron segundos para que cierto aroma inundara sus fosas nasales, aquel trozo de tela se encontraba bañado en un perfume que no era el suyo.

─¿Por qué tienen tu olor? ─le preguntó, aguantando la sonrisa que quería explotar en su rostro─. ¿Estuviste usando mi ropa?

─Fueron tiempos difíciles, ¿bien?

─Claro.

Una risita escapó de sus labios, no sabía el porqué, pero le agradaba la idea de Donghyuck usando su ropa. Aunque le dolía imaginar cómo se debió haber sentido el pobre chico durante ese tiempo.

─Ven aquí... ─Donghyuck hizo un puchero y gateo por la cama hasta llegar a sus piernas, lugar donde ubicó su cabeza.

Lo cierto es que Lee Donghyuck no es más que un pequeño niño mimoso. No sabía si se debía al último tiempo separados, pero poco le faltaba para rogar por cariño. Le gustaba que Mark le regalara caricias en el cabello, la espalda o cualquier parte de su cuerpo que le brindara paz. Se acurrucaba junto a él cada que tenía la oportunidad.

─¿Quieres hablar de algo?

Donghyuck negó con la cabeza. ─Prefiero que no...

─Te voy a escuchar cuando quieras hacerlo.

─Está bien ─levantó el rostro y le sonrió tan bonito, sólo como él sabía hacer y le hipnotizaba el sentido─. ¿Qué tal si ahora me besas, novio tonto?

Mark rodó los ojos, acercando sus labios hasta que quedó a centímetros de los contrarios y podía sentir la respiración chocar en su piel.

─Mmh, ¿qué hice para que me insultes? ─susurró. Una de sus manos se dirigió a la caliente mejilla de Donghyuck.

Adoraba su piel, la suavidad de ésta no la encontraba ni siquiera en un algodón.

El morenito frente a él no respondió a su pregunta, prefirió terminar por unir sus labios en un beso acalorado, lento e incontenible. Se ubicó de manera que el peso de su cuerpo no fuese en las piernas de Mark, el chico a penas lograba dar pasos sin irse de boca al suelo debido a la poca fuerza en sus huesos, si recibía más de lo que podía, era muy probable que le hiciera pésimo, así que se alejó antes de hacerlo involuntariamente.

En cambio, con sutileza, posicionó una de sus manos en la rodilla de Mark.

Si había algo que ambos adoraban, era la manera en que sus labios parecían encajar como si estuvieran hechos para unirse, al igual que un rompecabezas.

Mark sintió un ligero cosquilleo en sus muslos, efímero, que fue ascendiendo con la misma lentitud del beso que estaban llevando a cabo. No necesitó despegarse del lindo chico para saber de qué se trataba. Prefirió hablar antes de que su cuerpo reaccionara por sí mismo.

─Saca la mano.

Donghyuck bufó, pero le hizo caso. ─Que aburrido eres.

─Sólo espera un poco... ─dijo por último, alejándose y dejando un casto beso sobre la pequeña nariz de su novio─. Prometo que no te vas a arrepentir cuando suceda.

Rebel Babies (En edición)Where stories live. Discover now