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Sábado 23 de agosto, 2 días después. 

Rosé sostuvo la taza entre sus manos, sopló sobre el borde sintiendo como el vapor calentaba la punta de su nariz y sus labios. Dios, jamás podría negarse a una taza de té para empezar cada mañana, no era una tradición que adoptó aquí, fue a principios del siglo 18, ella ya tenía la costumbre de beber té como todos los ingleses. Suspiró contenta, siendo las 9 de la mañana, el departamento estaba sumido en un silencio exquisito que le daba la paz y el tiempo para pensar muchas cosas. ¿Cómo iba a averiguar sobre su propósito? Tenía que pensar mucho como dirigir las conversaciones, qué leer, que averiguar, porque su paradero era incierto en los libros, cuando ella desapareció la historia quedó escrita así y no cambiaría hasta que volviera. ¿Volvería en realidad? 

Estaba absorta en sus pensamientos cuando una mano violentamente golpeó la superficie de mármol negra de la mesa. 

Lisa: ¡Buenos días Cavendish! –Dijo con una sonrisa de oreja a oreja fascinada por el salto que había dado la muchachita sobre el taburete. De inmediato ella se giró con la determinación obvia de tirarle el té sobre su cara, sin embargo, antes de salir quemada, caminó rápido al refrigerador- Es una forma muy amistosa de saludar ¿sabes? 

Rosé: ¿Cree que soy una mujer mentecata? –Lisa frunció el ceño, no estaba familiarizada con ese término, pero suponía que era algo parecido a "boba"- Me ha asustado demasiado poniendo su mano así sobre la mesa, me late el corazón muy rápido. 

Lisa: ¿Te late el corazón rápido por mí? –Rosé no entendía su cambio de actitud, en un principio había sido alguien hiriente, pero ahora estaba sacando a relucir su faceta de casanova. No le   respondió para no inflar más su ego- Mira Cavendish, tengo hambre y no estará hoy la señora Aysel, así que prepararé algo de desayuno. –Miró la mesa y sólo vio esa pobre taza de té- Como supongo no te arriesgaste a utilizar los artefactos sin la presencia de un adulto, te prepararé el desayuno y espero me lo agradezcas de rodillas porque estará delicioso. 

Rosé: Si piensa que sobornándome con comida cambiará mi actitud o recuperaré mi memoria, está equivocada, además no soy una niña que necesite de un adulto responsable. –Recordó que ella era varios años mayor que la mujer de ojos miel. 

Lisa pulsó algo en una pantalla que estaba en un rincón de la pared, cuando una canción llenó el ambiente desde todos los ángulos posibles, Rosé se mordió los labios para no gritar fascinada de aquel acto que consideraba como magia. ¿Tanta era la tecnología del siglo 21? No lo habían ocupado antes por eso no lo conocía, pensaba que la radio, algo con lo que se había sorprendido gratamente, era lo único que podía emitir música, pero ahora se daba cuenta que existía un sistema complejo que colocaba música y canciones en cada habitación desde todas las paredes que la rodeaban. 

Alzó los ojos hacia ella que de espaldas cocinaba unos huevos en el sartén, su cuerpo evidentemente se marcaba bajo su camiseta blanca y sabía el motivo, al medio día la señorita Manoban iba al gimnasio, un lugar lleno de máquinas y otras cosas que no sabía cómo se ocupaban, pero que conocía en apariencia gracias a internet. Su cabello estaba peinado con sus manos, muy bien lo sabía porque la había mirado jugar con el cuándo entro a la cocina. Por un segundo se dio el trabajo de escuchar como tarareaba la canción, sonriendo porque no lo hacía tan desagradable como alguna vez pudo imaginarlo. Miró de nuevo su taza aun con la sonrisa de labios sellados en su boca. ¿Cómo sería la campesina del siglo 18? ¿Qué nombre llevaría? Estaba viendo la reencarnación de esa mujer, alguien humilde y servicial, convertida 300 años más adelante en una egocéntrica y famosa modelo. 

Rosé: ¿Puedo hacerle una pregunta señorita Manoban? 

Lisa: Dispara. –Murmuró concentrada en las tortillas de huevo que colocaba junto al pan tostado. Rosé entrecerró los ojos ¿dónde había un arma? Ante su silencio ella gruñó- Me refiero a que hables ya.  

Between love & time (CHAELISA)Where stories live. Discover now