El contrato.

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El pasar del tiempo era inevitable. Así como el viento se llevaba el diente de León, también arrasaba con los días, 2 meses había pasado desde lo último ocurrido.

Zhongli vivía con sus sentimientos ocultos, ya que al ser un inexperto en el amor  no quería que aquella magia que tenían ambos cuando estaban juntos se arruinase.

Por otro lado, Childe cada vez se sentía más dependiente del Arconte.
Él su corta edad de 14 años ya había empezado a caminar por los pasillos de la guerra y las armas, pensaba que su única razón de vivir era pelear. Sin embargo, ahora sentía que tenía algo más en su vida. Una razón de ser y de luchar cada día, desde que se había vuelto más cercano a Morax estaba dejando atrás ese sentimiento de la soledad, mientras que en su interior fluían las ganas de amar y ser amado.
No era para nada un secreto que ahora estaba cambiado, si bien antes era un chico alegre y simpático, ahora se lo veía más feliz, comenzando a valorar más la vida y Teyvat.

Sentía que ahora tenía a alguien a quien quería, y ese alguien lo quería a él. Alguien que apesar de su trabajo y del sangriento recorrido de su vida, no lo juzgaba. Alguien que no lo ve como un arma sino como un amigo. Alguien leal y fiel que no lo utiliza.

Pero aunque no lo demostraba, en su corazón seguía el peso del dolor por lo sucedido con Kaeya.

Liyue, capital del comercio.

El joven de cabellos naranjas volvía a casa bastante contento. Acompañando el sonido de sus pasos un tintineo hacía música, era el amuleto de su visión chocando con el cristal del espíritu del caos que Zhongli le había regalado.

Childe amaba tanto ese regalo, no solo porque venía del Arconte, sino porque también aquel espíritu era su nuevo compañero de aventuras.

— ¿Crees que a Zhon le gustará? — Le hablaba al espíritu, al parecer este le entendía. El pequeño emitía pequeños rayitos dentro de la burbuja de cristal como si fuera que le estaba respondiendo.

Abrió la puerta del departamento y se encontró con la figura del Arconte, bebiendo una limonada mientras leía su absurda novela romántica.
Zhongli intentaba aprender más de los sentimientos, por ende de la pasaba leyendo sobre amor y drama.

— ¡Estoy en casa! — Colgó su bufanda en el perchero de la entrada.

El mayor lo recibió con una sonrisa y dejo su libro a un lado.

— Bienvenido, ¿Cómo te fue hoy? — Le sirvió limonada y Childe se acomodó a su lado en el sofá.

El Arconte ya lo conocía suficiente para saber que algo le ocultaba. La sonrisa boba y emocionada en el rostro del joven era bastante evidente, ¿Con qué alguna locura le iba a salir ahora?

— Uff fue un asco. ¡Pero eso no es importante ahora! Tengo algo para ti, cierra los ojos — No era raro que Childe le regalara cosas, siempre le traía recuerdos de sus viajes de trabajo o aventuras. A Zhongli le hacía sentir muy feliz que siempre se acordara de él.

Le hizo caso y cerró los ojos, sintiendo como su amigo lo tomaba de la mano, cosa que le hizo sonrojarse un poco. Cada vez que estaban cerca o tenían contacto el corazón del Arconte reaccionaba dando brincos.
Childe extendió la mano de Zhongli y coloco algo en la palma.

— Abre, abre — Se oían risas traviesas por parte del ojiazul.

— Como sea un Marisco te voy a golp...— Se interrumpió a si mismo al ver lo que había en su mano. Una hermosa llave dorada descansaba allí, y colgando de él había un llavero chistoso de slime hydro.

[Childe x Zhongli] Bajo el cielo de TeyvatWhere stories live. Discover now