Deja de huir [+18]

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La noche había llegado a Teyvat pero el cielo seguía azotando ferviente, arrazando con Liyue como si estuviera hambrienta.

La puerta del cuarto de Childe se cerró, la única chispa que iluminaba el cuarto venía de la vela que reposaba el escritorio lleno de papeleo.

- Tardaste, idiota. - Cortante, hiriente. Scaramouche descansaba su pequeño cuerpo semidesnudo en la amplia cama de su compañero, cubriendo sus partes por las sábanas de seda color carmín.

- ¿Qué pasó ahora?- El fatui mayor con un semblante mas serio comenzó a quitarse la ropa preparándose para descansar.

Scaramouche bufó. Ya no estaban delante del molesto Arconte por lo tanto no había necesidad de actuar.

- Asesinaron a Noa. Lo encontré con las muñecas cortadas su bañera. - Noa era uno de los mejores amigos de Scaramouche, o mejor dicho el único. El fatui menor era una persona de muy mal carácter, irritante y de poca paciencia. Pero aquel chico de cabellos rojizos como la sangre se había quedado a su lado desde que eran niños, era el único en todo el mundo que logro abrir el corazón frío de aquel chico. Él estaba desbastado aunque no lo demostraba.

Ser un miembro de los Once tenia muchas ventajas, pero no todo era de color rosa.

El amor es debilidad.

Uno de los lemas de aquella organización.

- Que estúpido que sigan encubriendo el asesinato como suicidio. ¿Sabes quien fue? - Se acostó a su lado sin una sola prenda puesta, cubriéndose levemente con la sábana.

La noche era fría y húmeda.

- Aún no, le pedí a Signora que lo averiguara mientras me ocupo de las cosas en Mondstand. - El menor se subió encima de Childe comenzando a lamer su cuello, y el contrario comenzó a estremecerse.

- Siempre acudes a mi cuando estas triste y tratas de liberarte de tu dolor teniendo sexo conmigo. Deberías dejar de huir de ello, llegará un punto en donde no podrás seguir avanzando...

Tomó de las caderas al menor y buscó su rostro para unir sus bocas en un beso apasionado. Duraron unos minutos así, besándose y lamiéndose partes del cuerpo, ambos desesperados.

La ventana que estaba en la cabecera de la cama comenzaba a empañarse a medida que el ambiente se tornaba caluroso por aquellos jóvenes.

Dolía

El corazón de Scaramouche gritaba, lloraba y maldecía en silencio dentro de aquel cuerpo que se entregaba a Childe.

El mencionado colocó al peliazul debajo de él, ansioso.

Se colocó entre sus piernas y metió dos dedos dentro de la boca de Scaramouche, sintiendo después como estos eran succionados.

Lamió sus pequeños pezones y los mordisqueo un poco.

Retiró los dedos de su boca y los introdujo dentro de él sin previo aviso. No le importaba ser brusco con él, al más pequeño le encantaba sentir dolor después de todo.

O mejor dicho, el dolor que le proporcionaba Childe a su cuerpo lo ayudaba a huir del la agonía de su interior.

Llevaban haciéndolo desde hace un tiempo. Ambos eran jóvenes, pero sus vidas dentro del clan Once de los fatuis no les permitía la inocencia, aunque el de cabello naranja fingiera muy bien tenerla.

Lo dilató un poco y entró en él.

Deberías dejar de huir.

Comenzó a embestirlo salvajemente, parecía un lobo devorando a un tierno conejito.

Noa.

Scaramouche trataba de ahogar los gemidos mordiendo su mano. No quería que aquel hombre de ojos ámbar los escuchara, no podía permitir que escuchara como se desmoronaba entre los brazos de su compañero. Moriría antes de dejar que alguien sea capaz de saber que abría sus piernas con Tartaglia.

Childe colocó su mano en el pequeño cuello y comenzó a ahorcarlo un poco, sediento de su alma.

a Scaramouche le encantaba.

Aunque Childe se encontrara del otro lado de Teyvat iría a buscarlo, solo él podía darle suficiente dolor como para que se olvidara de sus problemas. Él era su estúpido perro salvaje capaz de desgarrarlo por completo.

Mientras la lluvia golpeaba fuertemente los techos de Liyue y Zhongli estaba profundamente dormido en el sofá de la sala, ambos se devoraban como si fueran a morir pronto.

El peliazul acabó primero, encorvando su espalda del placer y soltando un gran gemido ahogado. Minutos despúes el otro llenó su interior con aquel liquido blanco como la nieve que cubría Dragonspine, dejando salir un jadeo y mordiendo el hombro del menor para callar sus propios sonidos.

Después de que ambos recuperaran el aliento se miraron a los ojos, agotados.

- Esta será la ultima vez, Scara. Ya no puedo seguir ayudándote, ahora tienes que aprender por ti mismo a sobrellevar tu dolor. - Le regaló una tierna sonrisa, dándole su apoyo.

Aunque en ese momento odió escuchar eso, sabía que Tartaglia tenía razón. No podía seguir así, necesitaba lidiar con el gran rencor y dolor que cargaba con él desde hace años.

El sexo no fue suficiente, aún seguía lleno de ira.

Necesitaba asesinar, desgarrar la carne de su victima mientras esta rogaba por su vida.

- Lo sé. - Se acostó dándole la espalda al mayor, y llevando su vista a las gotas de lluvia que golpeaban la ventana.

El viajero...él sería su victima perfecta. El estúpido rubio que no hacia nada mas que causar problemas estropeando los planes de su Clan.

Aether. Ese era su nombre.

Y así como la tormenta comenzaba a cesar, el cansancio se apoderó de ambos jóvenes que cayeron dormidos.El mayor abrazando a Scara como si quisiera consolarlo en silencio en esa última noche que estarían juntos durmiendo en la misma cama, mientras unas cristalinas lagrimas decoraban los ojos del peliazul.

Deja de huir, Scaramouche.

[Childe x Zhongli] Bajo el cielo de TeyvatWhere stories live. Discover now