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Nos reunimos allí cada tres meses durante unos cuantos días. ¡Ah!, y también me pagan por inventar, sobre todo accesorios relacionados con ordenadores, aunque odio limitar mi actividad a un solo campo.

—Así que eres un genio de verdad. ¿Has sido un niño prodigio de esos que se gradúan a los dieciséis y obtienen el doctorado a los dieciocho?

—Bueno, de hecho, me doctoré al cumplir los diecinueve. La tesis fue el primer libro que me publicaron.

—¿Cuántos años tienes? —le preguntó con curiosidad.

—Veintinueve.

—¡Caramba! Menos mal que acabé el bachillerato y estudié dos cursos de secretariado.

Yoongi se encogió de hombros.

—Yo sería incapaz de hacer el trabajo de un secretario. Simplemente se nos dan bien distintas cosas.

—Eres muy amable, Yoongi —dijo Jimin con una sonrisa.

—Puede que no pienses lo mismo dentro de unos días —replicó él con una mueca de tristeza mientras abría la puerta—. No es nada fácil trabajar para mí. No recuerdo cuántas secretarias y secretarios he tenido, pero todos me han dejado antes de un mes. SeokJin es el único que podría trabajar conmigo durante el tiempo que fuese.

Otra vez SeokJin. Siguió a Yoongi al interior de la casa, dándole vueltas a la cuestión de quién sería SeokJin. El interior resultó ser tan sorprendente y excéntrico como el exterior, y Jimin decidió con aprobación que podría ser completamente feliz viviendo en un lugar como ése.

—Éste es tu despacho —anunció Yoongi, abriendo una puerta—. El mío está al otro lado del vestíbulo.

Había esperado encontrarlo todo en completo desorden, aunque no sabía por qué motivo. En cambio, se encontró con un despacho perfectamente equipado y tan ordenado que casi resultaba intimidante.

—Tu última secretaria se ha ido hace muy poco, ¿no? Yoongi asintió.

—Secretario. Se ha ido esta mañana a hacer un crucero de tres semanas.- Jimin se volvió sorprendido.

—¡Tres semanas! —exclamó—. Pero yo creía que me estabas ofreciendo un trabajo fijo, no temporal. Yo necesito un trabajo fijo, Yoongi.

—Éste es un trabajo fijo —le aseguró él—. Él no volverá después del crucero. Va a casarse y a trasladarse de estado. Aunque todavía no lo sabe —añadió en voz baja.

—¿Cómo dices? —dijo Jimin, que no estaba seguro de haber oído bien.




—No tiene importancia —declaró Yoongi, dirigiéndose hacia la mesa—. Aquí hay una lista de todo lo que hay que hacer urgentemente. Si me necesitas, estoy en mi despacho.

—Yo... esto... —empezó Jimin.

No estaba seguro de lo que iba a preguntar, pero hubiese sido inútil. Yoongi se había ido. Con un suspiro se volvió la mesa del que ya era su despacho y guardó el bolso de cuero en un cajón.

«Su último secretario debe de haber sido un modelo de organización», pensó impresionado y algo intimidado por el hecho. ¿Cómo iba a ser capaz de seguir sus pasos?

Tragando saliva, cogió una carpeta con el rótulo: «Facturas a pagar antes del quince». Estaban a diez. Podría empezar por aquello. En la agenda se especificaban las direcciones para pagar las facturas y dónde estaba todo.

Cinco minutos más tarde, Jimin leyó con sorpresa las cifras que tenía ante sus ojos. Se puso en pie de un salto y atravesó con paso rápido y agitado el vestíbulo, hasta llegar a la puerta que Yoongi le había señalado como su despacho. Llamó una vez y entró. Al ver su despacho, casi olvidó lo que estaba haciendo allí. Era como él se lo había imaginado, pensó, recorriendo con la vista la enorme e increíble atestada habitación. Había un montón de ordenadores, libros, aparatos cuyo uso ignoraba, papeles y Dios sabe qué otras cosas.

"Genius" Yoonmin Adaptación.Where stories live. Discover now