"Genius" Yoonmin Adaptación.

6

Jimin logró ahogar un suspiro de exasperación y le indicó cómo llegar a un parque que había un poco más allá. Había pensado en ese sitio por la mañana, mientras guardaba la comida para el picnic siguiendo uno de sus impulsos irresistibles.

—Creo que estás preparado para conducir en una carretera con tráfico —le dijo mientras extendía el tradicional mantel a cuadros rojos y blancos sobre la hierba.

Había muchas mesas para comer, y el parque estaba desierto, pero le pareció mejor sentarse en el suelo.

Un estrecho riachuelo corría entre unas rocas cercanas, y el murmullo del agua se mezclaba con los cantos de los pájaros que revoloteaban entre las ramas de la encina. Eran las seis y media, pero el sol aún brillaba en el cielo y hacía una tarde cálida. Jimin se alegró de haber tenido la idea del picnic. Se sentó en una esquina del mantel con las piernas cruzadas y le indicó a Yoongi que hiciese lo mismo.

—El problema es si las carreteras con tráfico están preparadas para recibirme — contestó Yoongi en tono cauteloso, arremangándose los pantalones para poder doblar las largas piernas.

Jimin se echó a reír mientras abría la cesta del picnic.

—No seas tonto. Lo has hecho muy bien. Si exceptuamos tu intento de trepar a un árbol con un Ford —añadió con burla—. Mañana te sacaremos un permiso de conducir para que puedas continuar las clases hasta que estés listo para sacarte el carné. Lo que no creo que nos lleve mucho tiempo, visto la rapidez con que has progresado hoy. No entiendo cómo has podido tardar tanto en decidirte a aprender.

Yoongi se encogió de hombros y observó con interés cómo sacaba los platos de papel y los sándwiches envueltos en plástico.

—Eres un buen profesor. La última vez que intenté aprender fue por las calles de Daegu con un coche preparado para ello y un instructor que se ponía histérico a la mínima. Le hubiese dado una hemorragia cerebral con lo del árbol, en vez de echarme simplemente un rapapolvo como tú has hecho.

Con la sonrisa aún en los labios, Jimin siguió cubriendo el mantel de comida.

—Tendremos que coger un día el coche de mi padre, que no es automático como el mío. Resulta divertido a veces llevar un coche de ese tipo. Creo que te gustará después de que hayas practicado un poco más con un automático.

—¿A cuánta gente habías planeado alimentar en este picnic? —preguntó él con curiosidad, mirando la enorme cantidad de comida apilada en el mantel.

—Yo soy de mucho comer —contestó Jimin con un alegre movimiento de cabeza—. Y a ti no te vendría mal engordar unos kilos.

Él sonrió sin ofenderse.

—Podría comer el doble de lo que hay aquí sin engordar ni un gramo — admitió—. Se diría que quemo las calorías antes de ingerirlas.

—Qué suerte. ¿Qué sándwich te apetece primero? Los hay de mantequilla de cacahuete con miel, y de jamón y queso. Aquí están las aceitunas y aquí los tomates. También tenemos zanahorias y bizcochos caseros de postre.